Soberana Orden Militar Española de los
Caballeros Templarios
SALADINO
Saladino
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Ṣalāḥ ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb
صلاح الدين يوسف بن أيوب
Portrait of Saladin (before A.D. 1185; short).jpg
Ilustración de Saladino por Ismail al-Jazari (antes de 1185).
Sultán de Egipto y Siria
1174-4 de marzo de 1193
Predecesor
Al-Adid (en Egipto)
As-Salih Ismail al-Malik (en Siria)
Sucesor
Al-Aziz Utman (en Egipto)
Al-Afdal (en Siria)
Información personal
Nombre de nacimiento
يُوسُف بن أيوب بن شاذي بن مروان بن يعقوب الدُويني
التكريتي Ver y modificar los datos en Wikidata
Nombre en árabe
صلاح الدين الأيوبي Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento
1138 Ver y modificar los datos en Wikidata
Tikrit (Irak) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento
4 de marzo de 1193jul. Ver y modificar los datos en Wikidata
Damasco (Imperio romano) Ver y modificar los datos en Wikidata
Causa de la muerte
Enfermedad infecciosa Ver y modificar los datos en
Wikidata
Sepultura
Mezquita de los Omeyas Ver y modificar los datos en Wikidata
Religión
Islam Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
Familia nobiliaria
Dinastía ayubí Ver y modificar los datos en Wikidata
Padres
Najm ad-Din Ayyub Ver y modificar los datos en Wikidata
Sitt al-Mulk Khatun Ver y modificar los datos en Wikidata
Cónyuge
Ismat ad-Din Khatun Ver y modificar los datos en Wikidata
Hijos
Al-Aziz Uthman Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación
Militar Ver y modificar los datos en Wikidata
Conflictos
Invasión
cruzada
de
Egipto,
Batalla
de
Montgisard,
Sitio
del
Kerak,
batalla
de
Marjayoun,
Batalla
del
Vado
de
Jacob,
batalla
de
Belvoir,
batalla
de
Afula,
Batalla
de
Seforia,
Batalla
de
los
Cuernos
de
Hattin,
Sitio
de
Jerusalén
(1187
d.C.),
Sitio
de
Tiro,
Sitio
de
Acre,
Batalla
de
Arsuf,
Batalla
de
Jafa
y
batalla
de los Cuernos de Hama Ver y modificar los datos en Wikidata
Título
Sultán de Egipto y Siria
[
Al-Nāsir
Ṣalāḥ
ad-Dīn
Yūsuf
ibn
Ayyūb
(en
kurdo,
Selahedînê
Eyûbî;
en
árabe,
صلاح
الدين
يوسف
بن
أيوب),
más
conocido
en
Occidente
como
Saladino,
Saladín,
Salahadín
o
Saladine
(1138,
Tikrit
(Irak)-4
de
marzo
de
1193,
Damasco),1
fue
uno
de
los
grandes
gobernantes
del
mundo
islámico,
siendo
sultán
de
Egipto
y
Siria
e
incluyendo
en
sus
dominios
Palestina,
Mesopotamia,
Yemen,
Hiyaz
y
Libia.2
Con
él
comenzó
la
dinastía
ayubí,
que
gobernaría
Egipto
y Siria tras su muerte.
Defensor
del
islam
y
particularmente
de
la
ortodoxia
religiosa
representada
por
el
sunismo,
unificó
política
y
religiosamente
el
Oriente
Próximo
al
combatir
y
liderar
la
lucha
contra
los
cristianos
cruzados
y
acabar
con
doctrinas
alejadas
del
culto
oficial
musulmán
que
representaba
el
Califato
abasí.
Es
particularmente
conocido
por
haber
vencido
en
la
batalla
de
Hattin
a
los
cruzados,
tras
lo
cual
volvió
a
ocupar
Jerusalén
para
los
musulmanes
y
se
tomó
Tierra
Santa.
El
impacto
de
este
acontecimiento
en
Occidente
provocó
la
Tercera
Cruzada
liderada
por
Ricardo
I
de
Inglaterra
que
se
convirtió
en
mítica
tanto para cristianos como para musulmanes.
Su
fama
trascendió
lo
temporal
y
se
convirtió
en
un
símbolo
de
caballerosidad
medieval,
incluso
para
sus
enemigos.
Sigue
siendo
una
figura
muy
admirada
en
la cultura árabe, kurda y religión musulmana.
Infancia y juventud
Nació
en
1138
en
Tikrit,
(en
la
provincia
actualmente
llamada
Salah
ad
Din
en
su
honor,
en
Irak),
donde
su
padre
Ayyub,
era
gobernador.
Su
familia
era
kurda,
originaria
de
Dvin
en
la
Armenia
Medieval.34
Como
muchos
kurdos
en
aquella
época,
eran
soldados al servicio de los gobernantes sirios y mesopotámicos.5
Tras
caer
en
desgracia
y
ser
expulsados
en
1139,
su
padre
Najm
ad-Din
Ayyub
y
su
tío
Asad
al-Din
Shirkuh,
se
pusieron
al
servicio
de
Zengi,
señor
de
Mosul
y
Alepo,
que
había
unido
bajo
su
mando
la
zona
norte
de
Siria
e
Irak.
Fue
el
primero
de
los
grandes
líderes
musulmanes
que
trató
de
expulsar
a
los
cruzados
de
Oriente
Próximo,
logrando
arrebatarles
el
Condado
de
Edesa.
La
familia
de
Saladino
se
unió
pues
a
su
ejército,
siendo
su
padre
recompensado
con
el
gobierno
de
Baalbek.
En
aquella época los cristianos lanzarían la Segunda Cruzada, que fracasaría.
La
muerte
violenta
en
1146
del
caudillo
Zengi
desató
guerra
civil
en
Siria
por
la
sucesión.
La
familia
de
Saladino
se
pondría
de
parte
del
heredero
designado,
el
hijo
menor
de
Zengi,
Nur
al-Din.
Cuando
tras
diversas
luchas
este
se
impuso,
los
parientes
de
Saladino
fueron
recompensados:
su
padre
recibió
el
gobierno
de
Damasco,
y
su
tío
Shirkuh,
el
mando
del
ejército.
La
información
sobre
su
infancia
es
escasa.
Saladino
escribió
«los
niños
son
criados
en
la
forma
en
que
lo
fueron
sus
mayores».
Según
su
biógrafo,
al-Wahrani,
podía
contestar
preguntas
sobre
Euclides,
el
Almagesto,
aritmética,
derecho
y
otras
materias
académicas
de
su
tiempo,
pero
se
trata
de
un
ideal
y
fue
el
estudio
del
Corán
y
la
teología
lo
que
lo
acercaban
más
a
sus
contemporáneos.6
Muchas
fuentes
afirman
que
sus
estudios
fueron
más
próximos
a
la
ley
islámica
y
el
Corán,
propios
de
un
cadí,
que
propicios
a
la
milicia.7
Se
cree
que
la
toma
de
Jerusalén
por
los
cruzados
en
la
Primera
Cruzada,
gran
suceso
social
de
la
época,
le
pudo
influir
moralmente.7
También
se
le
reputa
un
gran
conocimiento
en
genealogías,
biografías
e
historias
de
los
árabes,
así
como
de
los
linajes
de
caballos
árabes.
Saladino
sabía
el
Hamasah
de
Abu
Tammam
de memoria.6 La carrera militar de Saladino comenzó bajo su tío Shirkuh, general de Nur al-Din, que le tomó a su cargo.
Lucha con los cristianos
Batalla de Montgisard
Tras
dejar
las
montañas
de
al-Nusayri,
Saladino
regresó
a
Damasco
y
licenció
a
sus
tropas
sirias.
Dejó
a
su
hermano
Turan
Shah
al
cargo
de
Siria
y
marchó
a
Egipto
con
su
corte
personal,
alcanzando
El
Cairo
el
22
de
septiembre.
Tras
dos
años
ausente,
tenía
mucho
que
supervisar
en
el
país
del
Nilo,
particularmente
obras
y
proyectos
que
había
dejado
en
El
Cairo.
Reparó
y
amplió
las
murallas
de
la
ciudad
y
comenzó
la
construcción
de
la
Ciudadela
de
El
Cairo.67
También
ordenó
construir
el
pozo
de
85
metros
Bir
Yusuf.
Su
mayor
obra
pública
fuera
de
la
ciudad
fue
un
gran
puente
en
Guiza,
que
pretendía
facilitar
la
defensa contra invasiones moras.68
Saladino
permaneció
en
El
Cairo
supervisando
su
gobierno
y
construyendo
la
Madrasa
de
los
Hacedores
de
Espadas.
En
noviembre
de
1177,
lanzó
una
razzia
sobre
Palestina.
Los
cruzados
habían
penetrado
en
el
territorio
de
Damasco
y
Saladino
tomó
la
tregua
como
algo
que
ya
no
tenía
valor
preservar.
Los
cristianos
enviaron
una
gran
porción
de
su
ejército
para
sitiar
Harem,
en
la
ruta
desde
la
cristiana
Antioquía
a
Alepo,
descuidando
su
frontera
sur.68
Saladino
creyó
que
la
ocasión
estaba
madura
y
marchó
contra
Ascalón,
a
la
que
llamó
la
«novia
de
Siria».
Guillermo
de
Tiro
registra
que
el
ejército
ayubí
constaba
de
18
000
esclavos
negros
del
Sudán
y
8
000
soldados
de
élite
turcomanos
y
kurdos.
El
ejército
asoló
la
campiña,
saqueó
Ramla
y
Lod y llegó a las puertas de Jerusalén.69
Saladino
permitió
al
rey
Balduino
entrar
en
Ascalón
con
los
Caballeros
Templarios
de
Gaza
sin
tomar
precauciones
contra
un
ataque
sorpresa.
Aunque
los
cruzados
apenas
tenían
375
caballeros,
Saladino
dudó
en
emboscarles
ante
la
presencia
de
tropas
veteranas
y
oficiales
expertos.
El
25
de
noviembre
de
1177,
con
el
grueso
de
su
ejército
ausente,
Saladino
y
sus
tropas
se
vieron
sorprendidos
en
Tell
Jezer,
cerca
de
Ramala.
Antes
de
que
pudieran
formar
en
orden
de
batalla,
los
templarios
rompieron
sus
líneas.
Saladino
trató
inicialmente
de
organizar
a
sus
hombres,
pero
ante
la
muerte
de
su
guardia
vio
inevitable
la
derrota
y
con
las
pocas
tropas
que
le
quedaban
montó
un
camello
hasta
Egipto.
En
las
crónicas
cristianas
es
conocida
como
la batalla de Montgisard.70
Sin
desanimarse
por
su
derrota
en
Tell
Jezer,
Saladino
se
preparó
para
luchar
con
los
cruzados
otra
vez.
En
la
primavera
de
1178,
acampaba
bajo
los
muros
de
Homs
mientras
tenían
lugar
escaramuzas
entre
sus
generales
y
los
cruzados.
Sus
tropas
en
Hama
ganaron
una
batalla
y
le
trajeron
los
despojos
del
enemigo,
con
muchos
prisioneros
a
Saladino,
que
ordenó
su
decapitación para «lavar de basura las tierras de los Creyentes». Pasó el resto del año en Siria, sin luchar con sus enemigos.71
Los
espías
de
Saladino
le
informaron
de
que
los
cruzados
planeaban
una
expedición
en
Siria.
El
sultán
ordenó
a
su
general
Farrukh-Shah,
patrullar
la
frontera
de
Damasco
con
mil
soldados
en
espera
de
un
ataque
para
retirarse
sin
presentar
batalla
y
avisar
con
antorchas
en
las
colinas
para
que
Saladino
marchara.
En
abril
de
1179,
los
cruzados
dirigidos
por
Balduino,
que
no
esperaba
resistencia
a
su
ataque
sorpresa
al
este
de
los
Altos
del
Golán,
iniciaron
la
expedición.
Avanzaron
demasiado
aprisa
en
persecución
de
Farrukh-Shah,
que
concentraba
a
sus
tropas
al
sudeste
de
Quneitra,
y
se
vieron
derrotados
por
los
ayubís
en
la
conocida
como
batalla
de
Maryayún.
Con
la
victoria,
Saladino
trajo
refuerzos
y
solicitó
mil
quinientos
jinetes
a
su
hermano
al-Adil en Egipto.72
En
el
verano
de
1179,
Balduino
había
construido
un
puesto
avanzado
en
el
camino
a
Damasco
y
pretendía
fortificar
un
paso
a
través
del
río
Jordán,
conocido
como
el
vado
de
Jacob,
que
controlaba
el
acceso
a
la
llanura
de
Banias,
dividida
entre
musulmanes
y
cristianos.
Saladino
ofreció
cien
mil
piezas
de
oro
a
Balduino
a
cambio
de
abandonar
el
proyecto,
particularmente
ofensivo
por
ser
un
lugar
santo
para
los
musulmanes,
pero
no
hubo
trato.
Así
resolvió
destruir
la
fortaleza
y
movió
sus
cuarteles
a
Banias.
Como
los
cruzados
se
apresuraron
a
atacar
sus
fuerzas,
perdieron
la
formación.
Tras
un
éxito
inicial,
persiguieron
al
enemigo
hasta
perder
cualquier
orden
y
fueron
arrollados
por
las
tropas
de
Saladino.
Esta
batalla
del
Vado de Jacobo y la toma de la fortaleza el 30 de agosto de 1179 fue una victoria clave para Saladino.73
En
la
primavera
de
1180,
mientras
Saladino
estaba
en
las
proximidades
de
Safad,
esperando
comenzar
una
nueva
campaña,
Balduino
envió
mensajeros
con
propuestas
de
paz.
Tras
sequías
y
malas
cosechas,
andaba
escaso
de
provisiones
y
aceptó.
Raimundo
III
de
Trípoli
se
opuso
a
la
tregua,
pero
una
incursión
en
sus
tierras
y
la
visión
de
la
flota
de
Saladino
en
Tartus
le
convencieron.74
Caudillo del islam
Diplomacia en tiempos de paz
Saladino aseguró la protección de la rutas de las caravanas que viajaban a tierras distante.
En
junio
de
1180,
Saladino
recibió
a
Nur
al-Din
Muhammad,
emir
ortúquida
de
Keyfa
en
Geuk
Su,
regalándole
a
él
y
su
hermano
Abu
Bakr
regalos
por
valor
de
cien
mil
dinares
de
acuerdo
a
Imad
al-Din.
Trataba
así
de
asentar
una
alianza
con
dicha
dinastía
e
impresionar
a
otros
emires
de
Mesopotamia
y
Anatolia.
También
se
ofreció
a
mediar
entre
él
y
Kilij
Arslan
II,
sultán
selyúcida
del
Rum,
que
reclamaba
las
tierras
que
dio
como
dote
por
su
hija
que
se
había
quejado
por
el
trato
recibido
de
su
esposo. Nur al-Din le pidió ayuda a Saladino, pero Arslan no le aceptó como mediador.75
Tras
la
reunión
con
Nur
al-Din,
el
más
poderoso
de
los
señores
selyúcidas,
Ikhtiyar
al-Din
al-Hasan,
obtuvo
la
sumisión
de
Arslan,
lo
que
forzó
un
acuerdo.
Saladino
recibió
poco
después
un
mensaje
de
Arslan
quejándose
de
más
abusos
a
su
hija,
enfureciéndose.
La
respuesta
de
Saladino
fue
amenazar
con
atacar
Malatya,
a
dos
días
de
marcha,
sin
bajarse
del
caballo
hasta
entrar
en
la
ciudad.
Asustados
por
el
ultimátum,
los
turcos
negociaron.
Saladino
sentía
que
Arslan
obraba
bien
al
preocuparse
por
su
hija,
pero
no
podía
abandonar
a
un
vasallo
que
le
había
pedido
protección
y
traicionarle.
El
acuerdo
final
daba
a
la
mujer
un
año
fuera
del
hogar
de
su
marido
y
el
compromiso
de
Saladino
de
abandonar
a
Nur
al-Din
si
este
incumplía
el trato.75
Dejando
a
Farrukh-Shah
al
cargo
de
Siria,
Saladino
regresó
a
El
Cairo
a
comienzos
de
1181.
Según
Abu-Shama,
pretendía
pasar
el
ayuno
de
Ramadán
en
Egipto
y
luego
realizar
la
peregrinación
a
La
Meca
(hajj).
Por
motivos
desconocidos
cambió
de
opinión
y
se
sabe
que
inspeccionó
personalmente
las
riberas
del
Nilo
en
junio.
Se
enfrentó
a
los
beduinos,
que
fueron
desposeídos
de
dos
tercios
de
sus
tierras
con
las
que
recompensó
a
los
campesinos
de
El
Fayum
cuyas
propiedades
había
confiscado.
Los
beduinos
fueron
acusados
de
comerciar
con
los
cruzados,
su
grano
confiscado
y
forzados
a
asentarse
más
al
oeste. La flota egipcia también se enfrentó a los piratas beduinos en el lago Tanis.76
En
el
verano
de
1181,
el
eunuco
y
administrador
de
Saladino
Karakush
dirigió
el
arresto
de
Majd
al-Din
—antiguo
lugarteniente
del
hermano
de
Saladino
Turan-Shah
en
Zabid
(Yemen)—
mientras
entretenía
a
sus
expensas
a
Imad
al-Din
en
El
Cairo.
Los
cercanos
a
Saladino
le
acusaban
de
malversación
de
los
beneficios
de
Zabid,
pero
Saladino
en
persona
dijo
que
no
había
pruebas.
Reconoció
el
error
y
liberó
a
Majd
al-Din
a
cambio
de
una
indemnización
de
80
000
dinares
y
otras
sumas
a
los
hermanos
de
Saladino
al-Adil
y
Taj
al-Muluk
Bari.
Se
trata
de
uno
de
varios
episodios
en
la
controvertida
marcha
de
Turan-Shah
de
Yemen.
Aunque
los
lugartenientes
de
éste
continuaban
enviándole
beneficios
de
la
provincia,
faltaba
liderazgo
y
estallaban
luchas entre los Izz al-Din Uthman de Adén y Hittan de Zabid. Saladino escribió en una carta a al-Adil:
Yemen
es
una
casa
del
tesoro...
lo
conquistamos,
pero
hasta
este
día
no
hemos
tenido
beneficios
ni
ventajas
del
mismo.
Sólo
ha habido innumerables gastos, envíos de nuestras tropas... y expectativas que no fueron satisfechas al final.
77
Conquista de Mesopotamia
El
principal
príncipe
zénguida,
Saif
al-Din,
murió
en
junio
de
ese
año
sucediéndole
su
hermano
Izz
al-Din
en
Mosul.78
El
4
de
diciembre,
el
hijo
de
Nur
al-Din
y
cabeza
teórica
de
la
familia
as-Salih
moría
tras
haber
hecho
a
sus
oficiales
jurar
lealtad
a
Izz
al-Din,
en
un
intento
de
crear
un
poder
zénguida
que
pudiera
compensar
a
Saladino.
Izz
al-Din
fue
bienvenido
en
Alepo,
pero
las
expectativas
de
su
gobierno
como
líder
de
la
dinastía
le
sobrepasaron
y
cambió
Alepo
por
Sinjar
a
su
hermano
Imad
al-Din
Zangi. Saladino no prestó oposición alguna en respeto a los tratados de paz con la familia.79
El
11
de
mayo
de
1182,
Saladino
con
la
mitad
de
su
ejército
y
numerosos
no
combatientes
marchó
de
El
Cairo
a
Siria.
En
la
noche
anterior
a
su
marcha,
se
sentó
con
el
tutor
de
uno
de
sus
hijos
que
citó
un
verso:
«disfruta
del
perfume
de
la
planta
de
ojo
de
buey
de
Nechd,
tras
esta
tarde
no
vendrá».
Saladino
vio
en
ello
un
presagio
malvado
y
nunca
vio
de
nuevo
Egipto.78
Sabiendo
que
las
fuerzas
cruzadas
se
congregaban
para
interceptarlo,
cruzó
el
desierto
de
la
península
del
Sinaí
hasta
Eilat
y
el
Golfo
de
Aqaba.
Sin
encontrar
oposición,
saqueó
la
campiña
de
Montreal,
mientras
las
fuerzas
de
Balduino
vigilaban
sin
intervenir.80
Llegó
a
Damasco
en
junio
para
descubrir
que
Farrukh-Shah
había
atacado
Galilea,
saqueando
Daburiyya
y
tomando
Habis
Jaldek,
fortaleza
de
gran
importancia.
En
julio,
Saladino
le
encomendó
atacar
Kawkab
al-Hawa,
donde
libró
la
batalla
del
Castillo
Belvoir,
que
resultó
en
un
empate.
Más
tarde,
en
agosto,
se
lanzó
un
ataque
terrestre
y
marítimo
sobre
Beirut
para
el
que
construyó
30
galeras,
que
estaba
a
punto
de
fracasar
cuando
Saladino
se
retiró
para
enfocar
la
ocasión
que
se
planteaba en Mesopotamia.81
Kukbary,
que
gobernaba
en
Harrán
invitó
a
Saladino
a
ocupar
la
región
de
Yazira,
en
el
norte
de
Mesopotamia.
Saladino
aceptó
y
dio
por
finalizada
la
tregua
con
los
zénguidas
en
septiembre
de
1182.82
Antes
de
su
marcha
a
Jazira
habían
estallado
luchas
intestinas
entre
los
zénguidas,
muchos
de
los
cuales
no
querían
reconocer
primacía
alguna
a
Mosul.83
Antes
de
cruzar
el
río
Éufrates Saladino sitió durante tres días Alepo, declarando así el final de la tregua.82
Una
vez
alcanzada
Bira,
en
la
ribera
de
dicho
río,
se
le
unieron
Kukbary
y
Nur
al-Din;
sus
fuerzas
combinadas
tomaron
primero
Edesa,
luego
Saruj
y
luego
Raqqa.
Raqqa
era
una
importante
encrucijada
de
caminos
defendida
por
Qutb
al-Din
Inal,
que
había
perdido
Manjib
frente
a
Saladino
en
1176
y
ante
el
enorme
ejército
de
Saladino,
se
rindió
a
cambio
de
conservar
sus
propiedades.
Saladino
impresionó
a
los
habitantes
de
la
ciudad
al
publicar
un
decreto
que
eliminaba
varios
impuestos
y
los
tachaba
de
los
registros
porque
«los
más
miserables
regentes
son
aquellos
que
están
gordos
mientras
su
gente
está
delgada».
De
Raqqa
se
movió
conquistando
sucesivamente
al-Fudain,
al-Husain,
Maksim,
Durain,
Araban
y
Khabur,
que
le
juraron
lealtad.84
Sus
conquistas
siguieron
por
Karkesiya
y
Nusaybin.82
Saladino
tomó
Nusyabin
sin
encontrar
resistencia.
De
tamaño
mediano,
no
era
muy
importante,
pero
tenía
una
posición
estratégica
entre
Mardin
y
Mosul
y
estaba
cerca
de
Amid
(Diyarbakır).85
En
el
medio
de
estas
conquistas,
Saladino
fue
informado
de
que
los
cruzados
saqueaban
las
aldeas
de
la
comarca
de
Damasco.
Su
réplica
fue:
«Dejadles...
mientras
destruyen
aldeas
estamos
tomando
ciudades,
cuando
volvamos
tendremos
más
fuerzas
para
luchar
con
ellos».82
Mientras
en
Alepo,
el
emir
zénguida
de
la
ciudad
saqueaba
ciudades
fieles
a
Saladino
como
Balis,
Manbij,
Saruj,
Buzaa
o
al-Karzain.
También
destruyó
su
propia
ciudadela
en
Azaz
para
evitar
que
los
ayubís
pudieran
usarla contra él.85
Problemas en el mar Rojo
El
2
de
marzo
de
1182,
en
la
tregua
en
su
campaña
siria,
al-Adil
escribió
desde
Egipto
una
carta
a
Saladino
informándole
de
que
los
cruzados
habían
atacado
«el
corazón
del
islam».
Reinaldo
de
Chatillon,
un
polémico
y
violento
señor
fronterizo
había
enviado barcos desde el golfo de Aqaba a saquear la costa del mar Rojo. Eilat fue de nuevo ocupada aunque la la guarnición de
la
isla
del
Faraón
se
sostuvo.
No
se
trataba
de
un
intento
de
conquista,
sino
de
mera
piratería.86
Imad
al-Din
escribe
que
el
ataque
alarmó
a
los
musulmanes,
que
no
estaban
acostumbrados
a
tales
ataques
en
un
mar
que
controlaban
al
completo
e
Ibn
al-Athir añade que los habitantes no tenían experiencia alguna con los cruzados, ni como enemigos ni como mercaderes.87
De
acuerdo
a
testimonios
de
los
que
da
cuenta
Ibn
Yubair,
dieciséis
barcos
musulmanes
fueron
quemados
por
los
cruzados,
que
capturaron
un
buque
con
peregrinos
en
Aidab.
También
narra
que
planeaban
atacar
Medina
y
llevarse
el
cuerpo
del
profeta
Mahoma.
Al-Maqrizi
escribe
que
querían
llevárselo
a
territorio
cristiano
para
forzar
a
los
musulmanes
a
peregrinar
allí.
Afortunadamente
para
Saladino,
al-Adil
había
llevado
su
flota
desde
Fustat
y
Alejandría
al
mar
Rojo
bajo
el
mando
de
un
mercenario
armenio
llamado
Lu'lu.
Rompieron
el
bloqueo
cruzado,
destruyendo
la
mayoría
de
sus
barcos
y
persiguieron
a
los
que
echaron
el
ancla
y
huyeron
al
desierto.88
Los
supervivientes,
170
en
total,
fueron
ejecutados
siguiendo
órdenes
de
Saladino en varias ciudades musulmanas.89
Lucha por Mosul
A
medida
que
Saladino
se
acercaba
a
Mosul,
se
enfrentó
al
problema
de
tomar
una
gran
ciudad
y
justificar
la
conquista.90
Los
zénguidas
de
Mosul
apelaron
a
an-Nasir,
el
califa
abasí
de
Bagdad
cuyo
visir
les
era
favorable.
An-Nasir
envió
a
Sheikh
al-
Shuyukh
(una
figura
de
alto
rango)
para
mediar.
Saladino
llegó
ante
los
muros
de
la
ciudad
el
10
de
noviembre
de
1182.
Izz
al-
Din no aceptó sus términos que veía desproporcionados y Saladino en seguida puso sitio a la ciudad, muy fortificada.91
Tras
varias
escaramuzas
menores
se
llegó
a
un
punto
muerto,
promovido
por
el
califa.
Saladino
trató
de
retirarse
sin
sufrir
daños
en
su
imagen
y
manteniendo
presión
sobre
Izz
al-Din.
Decidió
atacar
Sinjar,
defendida
por
el
hermano
de
Izz
al-Din,
Sharaf
al-Din.
La
ciudad
cayó
tras
un
sitio
de
15
días
el
30
de
diciembre.92
Las
fuerzas
ayubís
perdieron
el
orden,
saqueando
la
ciudad.
Saladino
solo
logró
proteger
al
gobernador
y
sus
oficiales
enviándolos
a
Mosul.
Tras
establecer
una
guarnición
en
la
ciudad,
esperó
la
llegada
de
una
coalición
de
Alepo,
Mardin
y
Armenia.93
Saladino
los
esperó
con
su
ejército
en
Harrán
en
febrero
de
1183,
pero
ante
su
avance
enviaron
mensajeros
a
Saladino
solicitando
la
paz.
Cada
ejército
regresó
a
sus
ciudades
y al-Fadil escribió «[a]vanzaron como hombres, se desvanecieron como mujeres» en referencia a las tropa de Izz al-Din.
Desde
el
punto
de
vista
de
Saladino
la
guerra
marchaba
bien.
Había
logrado
conquistar
amplios
territorios,
pero
no
había
logrado
el
objetivo
de
tomar
la
ciudad.
Su
ejército,
sin
embargo,
se
iba
reduciendo;
Taqi
al-Din
llevó
a
sus
hombres
de
vuelta
a
Hama
mientras
Nasir
al-Din
Muhammad
y
sus
fuerzas
se
marcharon.
Esto
animó
a
Izz
al-Din
y
sus
aliados
que
retomaron
la
ofensiva.
La
coalición
se
reunió
en
Harzam,
al
norte
de
Harran.
A
comienzos
de
abril,
sin
esperar
a
Nasir
al-Din,
Saladino
y
Taqi
al-Din
avanzaron
contra
ellos,
marchando
al
Este,
a
Ras
al-Ein
sin
dificultades.94
A
finales
de
abril,
tras
tres
días
de
«verdadera
lucha»
según
Saladino,
los
ayubís
capturaron
Amid
(Diyarbakır).
Entregó
la
ciudad
a
Nur
al-Din
Muhammad
con
sus
provisiones
(80
000
velas,
una
torre
llena
de
flechas
y
1
040
000
libros).
A
cambio
de
la
ciudad,
este
le
juró
obediencia
y
le
prometió
seguirle
en
sus
campañas
así
como
restaurar
la
ciudad.
La
caída
de
Amid
también
convenció
a
Il-Ghazi
de
Mardin
de
pasarse
al lado de Saladino, debilitando más a Izz al-Din.95 Otras poblaciones que se pasaron en 1182 al bando ayubí incluyen Maras.
Saladino
intentó
justificar
ante
el
califa
an-Nasir
sus
campañas
contra
Izz
al-Din
y
le
solicitó
justificación
legal
para
ocupar
Mosul.
Saladino
recordaba
que
mientras
él
había
devuelto
Egipto
y
Yemen
a
la
autoridad
del
califato
abasí,
los
zénguidas
de
Mosul
se
apoyaban
en
los
selyúcidas,
rivales
del
califato
y
solo
acudían
a
an-Nasir
cuando
le
necesitaban.
También
responsabilizaba
a
Izz
al-Din
de
evitar
la
«guerra
santa»
contra
los
cruzados,
afirmando
que
«no
sólo
no
luchan
ellos,
sino
que
previenen
que
lo
hagan
los
que
pueden».
Justificó
su
conquista
de
Siria
por
la
lucha
contra
los
cristianos
y
la
herejía
asesina.
Prometió
que
si
Mosul
le
era
entregado,
tomaría
para
el
islam
Jerusalén,
Constantinopla,
Georgia
y
el
Imperio
almohade
(que
tampoco
reconocía
al
califa
de
Bagdad)
hasta
que
«la
palabra
de
Dios
sea
suprema
y
el
califato
abasí
haya
limpiado
el
mundo,
convirtiendo
iglesias
en
mezquitas».
Decía
que
esto
ocurriría
por
la
voluntad
de
Dios
y
que
a
cambio
del
apoyo
del
califato
le
entregaría Tikrit, Daquq, Juzestán, Kish y Omán.96
Sumisión de Alepo
Saladino
dirigió
entonces
su
atención
hacia
Alepo.
Envió
a
su
hermano
Taj
al-Mulk
Buri
a
tomar
Tell
Jalid,
a
130
km
al
norte
de
la
ciudad.
Aunque
se
llegó
a
iniciar
un
asedio,
el
gobernador
se
rindió
ante
la
llegada
de
Saladino
el
17
de
mayo
de
1183,
sin
lucha.
Según
Imad
al-Din,
tras
esta
toma
marchó
sobre
Ain
Tab,
que
fue
ocupado
por
sus
ejércitos
antes
de
dirigirse
a
Alepo.
El
21
de
mayo
acampaba
frente
a
sus
muros,
al
este
de
la
Ciudadela
de
Alepo
mientras
sus
fuerzas
rodeaban
los
arrabales
de
Banaquso
al
norte
y
Bab
Janan
el
Oeste.
Sus
tropas,
que
esperaban
un
éxito
fácil,
se
aproximaron
temerariamente
a
las
murallas.97
Zangi
no
ofreció
una
larga
resistencia.
Era
poco
popular
y
personalmente
ansiaba
regresar
a
sus
antiguos
dominios
en
Mesopotamia.
Se
negoció
un
acuerdo
por
el
que
entregaba
Alepo
a
Saladino
a
cambio
de
volver
a
Sinjar
como
vasallo
y
gobernador
de
Saladino.
Su
administración
llegaría
hasta
Nusaybin
y
Raqqa
y
debería
prestar
vasallaje
y
participar
en
el
ejército
de
Saladino.
El
12
de
junio
de
1183
la
ciudad
fue
formalmente
entregada
a
los
ayubís.98
La
gente
de
Alepo,
que
desconocía
de
estos
manejos,
fue
sorprendida
por
el
alzamiento
del
estandarte
de
Saladino
en
la
ciudadela.
Dos
emires,
incluyendo
al
amigo
personal
de
Saladino,
Izz
al-Din
Jurduk,
le
dieron
la
bienvenida
y
le
ofrecieron
su
lealtad.
Pese
a
sus
promesas
de
no
interferir
en
el
gobierno
religioso
de
la
ciudad,
sustituyó
a
los
jueces
Hanafí.
Saladino
permitió
a
Zangi
partir
con todas las provisiones de la ciudadela que pudiera llevar y vender el resto, que Saladino compró.99
A
pesar
de
sus
reticencias
iniciales
al
intercambio,
Saladino
no
tenía
dudas
de
que
«Alepo
era
la
llave
de
esas
tierras
[puesto
que]
esta
ciudad
es
el
ojo
de
Siria
y
su
ciudadela
su
pupila».100
Para
Saladino
la
captura
de
la
ciudad
marcaba
el
fin
de
ocho
años
de
espera
desde
que
dijo
a
Farruj-Shah
"Solo
tenemos
que
ordeñar
y
Alepo
será
nuestra".
Desde
su
nueva
plaza
fuerte,
podía ahora amenazar la costa cruzada por completo.101
Tras
pasar
una
noche
en
la
ciudadela
de
Alepo,
Saladino
marchó
sobre
Harem,
una
fortaleza
en
las
inmediaciones
del
Principado
de
Antioquía,
en
manos
de
Surhak,
un
mameluco
menor.
Saladino
le
ofreció
la
ciudad
de
Bosra
y
propiedades
en
Damasco
a
cambio
de
la
fortaleza,
pero
Surhak
exigió
más,
siendo
depuesto
por
su
propia
guarnición.101
Fue
entonces
arrestado
por
el
delegado
de
Saladino,
Taqi
al-Din,
bajo
la
acusación
de
planear
ceder
Harim
a
Bohemundo
III
de
Antioquía.
Cuando
Saladino
recibió
su
rendición,
procedió
a
organizar
la
defensa
de
Harim
frente
a
los
cruzados.
Informó
a
sus
emires
en
Yemen
y
Baalbek
que
iba
a
atacar
Armenia,
pero
que
antes
debía
solventar
detalles
administrativos.
Saladino
acordó
una
tregua
con
Bohemundo
a
cambio
de
rehenes
musulmanes
y
cedió
Azaz
a
Alam
ad-Din
Suleiman
y
Alepo
a
Saif
al-Din
al-Yazkuj,
respectivamente
un
emir
de
Alepo
que
se
había
pasado
a
su
bando
y
un
mameluco
de
Shirkuh
que
le
salvó
del
intento
de
asesinato en Azaz.102
Contra los cruzados
El
29
de
septiembre,
Saladino
cruzó
el
río
Jordán
para
atacar
Baisan,
que
encontró
vacía.
El
día
siguiente
saqueó
y
quemó
la
ciudad
y
se
movió
al
Oeste.
Interceptó
refuerzos
cruzados
procedentes
de
Kerak
y
Shaubak
en
el
camino
hacia
Nablús
y
tomó
prisioneros.
Mientras,
la
principal
fuerza
cruzada
dirigida
por
Guido
de
Lusignan
dejó
Séforis
en
dirección
a
Afula.
Saladino
envió
500
escaramuzadores
para
hostigarlos
y
marchó
contra
Ain
Jalut.
Cuando
la
fuerza
cruzada,
la
mayor
producida
por
el
reino
sin
ayuda
externa
pero
todavía
inferior
al
ejército
de
Saladino,
avanzó,
los
ayubís
abandonaron
Ain
Jalut.
Tras
algunas
incursiones
musulmanas,
en
Zir'in,
Forbelet
y
Monte
Tabor,
los
cruzados
todavía
no
se
aventuraron
a
atacar
el
cuerpo
principal
del ejército enemigo, y Saladino se retiró una vez que sus tropas comenzaron a desaprovisionarse.102
Los
contraataques
cruzados
provocaron
ulteriores
asaltos
de
Saladino,
particularmente
ante
el
hostigamiento
de
Reinaldo
de
Chatillon
que
continuaba
acosando
las
caravanas
entre
Siria
y
Egipto
y
fanfarroneando
sobre
nuevos
ataques
a
La
Meca.
Saladino
sitiaría
por
dos
veces
su
fortaleza
del
Kerak
(sitio
del
Kerak
en
1183),
base
de
Reinaldo
en
Transjordania,
a
lo
que
este
replicaría
saqueando
caravanas
de
peregrinos
en
el
hajj.
Finalmente,
la
intervención
del
pragmático
Conde
de
Trípoli,
Raimundo llevó a un acuerdo con una tregua por cuatro años.
Tras
el
fracaso
de
sus
sitios
en
el
Kerak,
Saladino
devolvió
momentáneamente
su
interés
a
su
proyecto
mesopotámico,
reanudando
sus
ataques
contra
Mosul.
Sin
embargo
Masud
se
había
aliado
ahora
con
el
gobernante
persa
de
Azerbaiyán
y
Jibal,
que
en
1185
replicó
con
contraataques
a
través
de
los
Montes
Zagros,
haciendo
titubear
a
Saladino.
La
defensa
de
Mosul,
esperanzada
con
la
idea
de
apoyo,
se
enquistó.
Saladino
cayó
enfermo
y
en
marzo
de
1186
aceptó
un
tratado
de
paz
con
Mosul,
que
probablemente
reconocía
la
autonomía
de
Mosul
a
cambio
del
reconocimiento
de
las
conquistas
de
Saladino
y
de
apoyo
mutuo
contra
los
cruzados.103
Saladino
se
movería
en
los
días
siguientes
en
la
zona,
aprovechando
las
posibilidades
que
se
presentaban
para
tomar
posiciones
contra
los
persas
o
los
selyúcidas
del
Sultanato
de
Rüm
como
Khilar
y
Mayafarekin104 antes de retomar su lucha con Jerusalén.
La Guerra Santa
El comienzo y la batalla de Hattin
Saladino y Guy de Lusignan después de la batalla de Hattin
Saladino y Guy de Lusignan después de la batalla de Hattin, obra de Jan Lievens en 1625.
La batalla de Hattin
Artículo principal: Batalla de los Cuernos de Hattin
La
guerra
que
acabaría
con
los
cristianos
de
ultramar
fue
provocada
por
Reinaldo
de
Châtillon,
noble
que
ha
llegado
hasta
nuestros
días
con
la
imagen
de
señor
de
tierras
en
la
frontera
y
famoso
por
practicar
el
bandidaje
y
el
saqueo.
Había
ya
violado
treguas
anteriormente
para
atacar
caravanas,
capturado
peregrinos
en
dirección
a
La
Meca,
tratado
de
profanar
los
lugares
santos
musulmanes
y
saqueado
la
isla
cristiana
de
Chipre,
amén
de
ser
frecuente
protagonista
de
las
intrigas
por
el
poder
en
la
corte
de
Jerusalén.
Los
cronistas
modernos
suelen
presentarlo
como
un
extremista
que
forzó
la
guerra
aun
cuando
no
tenía
forma
posible
de
ganarla.
Sin
embargo,
había
sido
uno
de
los
pocos
que
habían
causado
serios
problemas
a
Saladino:
al
atacarle
en
su
propia
tierra
poniendo
en
peligro
los
lugares
santos
musulmanes,
dañó
su
imagen
de
Sultán
y
líder
moral
de
los
musulmanes,
resistió
el
asedio
de
Saladino
en
la
fortaleza
del
Krak
de
los
Caballeros
y
era
veterano
de
la
batalla
de
Montgisard, la última gran victoria cruzada en Tierra Santa y de Le Forbelet, un empate contra Saladino tras la batalla de Afula.
Reinaldo
atacó
en
1186,
contraviniendo
la
tregua
pactada,
una
gran
caravana
musulmana
en
la
que
se
llegó
a
decir
que
viajaba
la
misma
hermana
de
Saladino,
cosa
incierta.
Ante
las
previsibles
represalias
del
entonces
principal
líder
de
los
musulmanes,
el
rey
consorte
de
Jerusalén
Guido
de
Lusignan
realizó
levas
reuniendo
a
todas
las
fuerzas
del
reino,
con
las
que
se
dirigió
contra
Saladino,
que
contó
con
la
ayuda
de
la
ambigüedad
de
Raimundo
III
de
Trípoli,
miembro
de
una
facción
cortesana
opuesta
a
Reinaldo,
que
inicialmente
no
se
opuso
a
la
marcha
de
Saladino
por
sus
tierras
del
Principado
de
Galilea
lo
que
le
garantizó
que
sus
fortalezas
no
fueran
atacadas.
Sin
embargo,
terminó
uniéndose
al
ejército
real
que
Reinaldo
lideró
contra
la
marcha
de
Saladino
en
Galilea.
El
enfrentamiento
final
se
produjo
en
1187,
junto
a
unas
colinas
llamadas
los
Cuernos
de
Hattin.
En
la
batalla
los
ataques
de
la
caballería
ligera
y
los
arqueros
sarracenos
hicieron
que
el
ejército
cruzado
se
retrasara
en
su
idea
de
llegar
al
lago
Tiberíades
y
hubo
de
acampar
en
la
llanura
de
Maskana.
Finalmente
sedientos
y
sin
fuerzas,
fueron
derrotados
por Saladino.
La
victoria
fue
total
para
Saladino:
había
destruido
casi
la
totalidad
de
las
fuerzas
enemigas,
había
capturado
a
los
principales
caudillos
(el
rey
Guido
de
Lusignan,
Reinaldo
de
Châtillon,
el
gran
maestre
de
la
Orden
del
Temple,
Gérard
de
Ridefort...),
había
capturado
o
eliminado
a
la
mayoría
de
los
caballeros
de
las
órdenes
religiosas
(incluyendo
a
Roger
de
Moulins,
gran
maestre
del Hospital) y había arrebatado a los cristianos la Vera Cruz, su más preciada reliquia.
Solo
unos
pocos
barones
pudieron
escapar
y
encabezar
una
cierta
resistencia
a
Saladino.
El
conde
Raimundo
III
de
Trípoli,
que
comandaba
la
vanguardia
pudo
escapar
de
la
captura
al
abrir
el
cerco
los
musulmanes
y
sorpresivamente
no
importunarle
en
su
carga.
No
volvió
grupas
para
ayudar
al
resto
del
ejército
cristiano.
Joscelino
III
de
Edesa,
Balián
de
Ibelín
y
Reinaldo
de
Sidón, que comandaban la retaguardia, pudieron romper la defensa musulmana y escapar igualmente.
Los
prisioneros
ilustres
fueron
bien
tratados,
de
hecho
se
cuenta
la
anécdota
de
como
Saladino
ofreció
una
copa
de
nieve
al
rey
de
Jerusalén,
sediento
por
la
travesía
en
el
desierto.
La
única
excepción
fue
Reinaldo
que
fue
ejecutado
por
el
mismo
Saladino,
según
se
cuenta,
cuando
trató
de
coger
la
copa
que
había
dado
a
Guido
de
Lusignan
como
muestra
de
hospitalidad,
ya
que
Saladino
había
prometido
matarlo
con
sus
propias
manos
por
la
crueldad
que
había
mostrado
en
contra,
incluso,
de
civiles
indefensos
y
a
pesar
de
la
tregua
pactada.105
La
costumbre
en
la
región
era
dar
merced
al
enemigo
una
vez
se
hubiera
comido
y bebido con él y Saladino no quería que la hospitalidad que ofrecía al rey se extendiera a Reinaldo.
No es el deseo de reyes matar reyes, pero ese hombre había trasgredido todas las fronteras, y por eso le traté así
Saladino106
La conquista de Jerusalén
Los cristianos de la ciudad santa desfilando delante de Saladino
Tras
su
victoria
en
Hattin,
Saladino
ocupó
el
norte
del
Reino
de
Jerusalén,
conquistando
Galilea
y
Samaria
sin
demasiada
dificultad
aprovechándose
tanto
de
la
falta
de
un
ejército
cristiano
con
casi
todas
las
fuerzas
militares
cristianas
eliminadas
o
capturadas
en
Hattin
y
la
confusión
y
falta
de
un
mando
organizado
con
el
rey,
los
principales
gobernantes
y
los
maestres
de
las
órdenes
religiosas
prisioneros.
Tiberíades,
capital
del
principado
de
la
mujer
de
Raimundo
de
Trípoli
fue
finalmente
asediada
y
tomada.
Saladino
marchó
contra
la
costa,
reduciendo
la
defensa
de
Acre
y
tomando
el
próspero
puerto
costero.
La
vecina
Arsuf
cayó
junto
con
ella.
Nazaret,
Séforis,
Cesarea,
Haifa
fueron
tomadas
una
tras
otra.
La
llegada
de
la
flota
de
Egipto,
que
barrió
la
armada
cruzada,
redujo
aún
más
las
posibilidades
de
una
defensa
exitosa
por
parte
cristiana.
Posteriormente,
se
dirigió
a
la
costa
tomando
uno
tras
otro
los
puertos.
Así
cayeron
Sidón,
Beirut,
Biblos,
Torón
y
las
tierras
de
la
frontera
del
Condado
de
Trípoli
con
el
Reino
de
Jerusalén.
La
única
excepción
fue
Tiro,
plaza
situada
en
un
cabo
de
fácil
defensa
que
comandada
por
el
Marqués
Conrado
de
Montferrato,
noble
llegado
de
visita
a
unos
parientes
y
que
mostró
un
gran
liderazgo,
ofreció
una
resistencia
ordenada.
Saladino
dejó
frente
a
Tiro
a
un
ejército
y
marchó
hacia
el
sur
con
el
objetivo
de
conquistar
Ascalón,
plaza
vital
para
la
defensa
de
Egipto,
a
pesar
de
que
sus
emires
le
instaban
a
tomar
Jerusalén.
Saladino
liberó
al
gran
maestre
del
Temple,
Gérard
de
Ridefort,
a
cambio
de
las
fortalezas
templarias
de
Gaza,
Darum
y
sus
últimos
baluartes
en
Samaria
y
al
rey
Guido
de
Lusignan
a
cambio
de
Ascalón,
que,
sin
embargo,
se
negó
a
rendirse.
A
pesar
de
todo,
fue
tomada
poco
después
por
Saladino, junto a Ramla e Ibelín (en árabe, Yubna).
Una
vez
aseguradas
las
comunicaciones
con
Egipto
puso
sitio
a
Jerusalén.
En
aquel
momento,
Balián
de
Ibelín,
miembro
de
una
de
las
principales
familias
nobles,
pidió
a
Saladino,
poder
ir
de
Tiro,
donde
estaba
luchando,
a
Jerusalén,
para
sacar
de
ahí
a
su
mujer
e
hijos
a
cambio
de
no
colaborar
en
la
defensa
de
esta
ciudad.
Sin
embargo,
fue
reconocido,
y
se
le
pidió
que
comandara
la
resistencia
de
la
ciudad
por
lo
que
mandó
a
Saladino
un
mensaje
pidiéndole
que
le
eximiera
de
cumplir
su
palabra de no luchar contra él, a lo que Saladino accedió.
Inicialmente
se
rechazó
toda
propuesta
de
capitulación,
pues
ningún
cristiano
quería
ceder
la
ciudad,
que
consideraban
santa
al
igual
que
los
musulmanes.
Saladino
se
decidió,
pues,
a
tomarla
por
la
fuerza.
En
octubre
de
1187
la
situación
de
los
defensores
era
ya
desesperada,
y
Balián
trató
de
negociar
la
rendición.
Saladino
se
negó
pues
había
jurado
tomar
la
ciudad
por
la
fuerza
al
rechazarse
sus
ofrecimientos
iniciales
y
ya
no
tenía
razón
para
ceder
en
nada
(se
cuenta
que
mientras
Balián
explicaba
sus
condiciones
de
repente
un
estandarte
sarraceno
se
izó
en
un
baluarte,
muestra
de
que
las
tropas
de
Saladino
ya
habían
entrado).
Sin
embargo,
cuando
Balián
amenazó
con
destruir
completamente
la
ciudad
antes
que
entregarla
sin
condiciones,
Saladino
consultó
con
sus
emires
y
decidió
acceder
a
las
negociaciones
que
incluían
perdonar
la
vida
a
todos
los
habitantes
a
cambio de la rendición, aunque estos exigieron que pagaran un impuesto por cabeza.
Una
vez
en
posesión
de
la
ciudad
entregó
los
lugares
sagrados
cristianos
a
sacerdotes
ortodoxos.
Aunque
convirtió
las
iglesias
en
mezquitas,
tomó
medidas
para
evitar
que
sus
soldados
exaltaran
los
ánimos
cristianos.
Balián
y
el
patriarca
Heraclio
pagaron
la
compra
de
casi
diez
mil
pobres
y
muchos
que
no
pudieron
pagar
el
impuesto
para
salir
de
Jerusalén
aún
tuvieron
una
relativa
suerte:
el
hermano
de
Saladino,
Saif
ed-Din
(Al-Adil),
pagó
por
un
buen
número
de
ellos,
como
limosna
a
Alá
por
la
victoria.
No
fue
el
único,
siendo
seguido
por
varios
miembros
de
la
corte.
El
mismo
Saladino,
en
un
acto
de
generosidad,
perdonó
a
todos
los
ancianos
de
la
ciudad.
El
2
de
octubre
de
1187,
entró
a
la
mezquita
de
Al-Aqsa,
el
tercer
lugar
sagrado
para
los musulmanes después de La Meca y Medina.
De
vuelta
a
la
costa,
se
enfrentó
a
la
obstinada
resistencia
de
Tiro,
que
tras
la
sorpresa
inicial
era
casi
inexpugnable.
Contaba
además
con
el
apoyo
desde
ultramar
de
las
flotas
italianas
y
sicilianas.
Algunas
crónicas,
generalmente
contrarias
a
Conrado,
afirman
que
Saladino
llevó
prisionero
al
padre
de
Conrado,
Guillermo
V
de
Montferrato,
que
había
sido
apresado
en
Hattin.
Ofreció
liberar
a
Guillermo
a
cambio
de
su
rendición,
pero
su
anciano
padre
le
animó
a
resistir.
Supuestamente
Saladino
exclamó:
«¡Este
hombre
es
un
pagano
y
muy
cruel!»
y
terminó
liberándolo
para
que
volviera
con
su
hijo.
Más
suerte
tuvo
con
la
toma
de
Tartus,
Giblé
y
Latakia,
puertos
que
cayeron
a
pesar
del
apoyo
del
Reino
de
Sicilia.
Tomó
también
Sahyun,
fortaleza
hospitalaria
en
una
montaña
cercana
y
avanzó
tomando
Sarminiyah
el
11
de
agosto
tras
un
breve
sitio107
y
la
provincia
de
la
ribera
del
Orontes.
Llegó
así
a
la
frontera
del
Principado
de
Antioquía,
al
que
arrebató
Barzouyeh
y
cuya
capital
asedió
antes
de
pactar una tregua.
Kerak,
Safed,
Belvoir,
Kabouab
y
Chaubac
(Montreal),
fortalezas
de
Transjordania
fueron
sometidas
a
largos
asedios
y
tras
enconadas
resistencias
de
las
órdenes
militares
que
las
defendían,
sometidas
hacia
1189.
También
cayó
Beaufort,
junto
a
Trípoli.
La Tercera cruzada
La guarnición de élite de los ejércitos de Saladino durante el asedio de Acre
Ricardo Corazón de León y Saladino
Artículo principal: Tercera Cruzada
Las
consecuencias
de
la
caída
de
Jerusalén
no
se
hicieron
esperar:
el
papa
Urbano
III
convocó
una
nueva
cruzada,
la
tercera,
a la que acudieron los principales reyes cristianos. Se organizaron dos expediciones cristianas a esta llamada.
La
primera
de
ellas,
liderada
por
el
emperador
del
Sacro
Imperio,
Federico
I
Barbarroja
atravesó
a
pie
los
Balcanes
y
Anatolia,
donde,
para
suerte
de
los
musulmanes,
murió
ahogado
al
cruzar
un
río.
Sin
él,
su
ejército
se
disgregó,
desapareciendo
providencialmente la mayor amenaza para Saladino.
La
otra,
liderada
por
Felipe
Augusto
de
Francia,
Ricardo
Corazón
de
León
de
Inglaterra
y
el
duque
Leopoldo
de
Austria,
marchó
por
mar.
Tras
desembarcar
en
marzo
de
1191,
pusieron
sitio
a
San
Juan
de
Acre,
que
Saladino
trató
de
socorrer.
Sin
embargo
no
logró
romper
el
sitio,
recobrando
los
cristianos
la
ciudad.
Afortunadamente
para
Saladino,
los
cruzados
pronto
discutirían
entre
sí.
El
rey
de
Francia
abandonó
la
cruzada
después
de
que
el
orgulloso
Ricardo
se
quedara
con
el
mejor
palacio
y
no
lo
tratara como igual, y el duque de Austria tras ver ofendido su estandarte por Ricardo, que lo arrojó de un baluarte.
Saladino
emprendió
entonces
una
intensa
actividad
diplomática
para
liberar
a
los
cautivos
que
habían
hecho
los
cristianos.
Sin
embargo,
cuando
tras
arduas
negociaciones
se
había
llegado
a
un
acuerdo,
Ricardo
los
hizo
ejecutar
ante
las
continuas
postergaciones
del
pago
por
Saladino.
En
dicho
acuerdo
se
estipulaba
que
Saladino
entregaría
la
Vera
Cruz
a
cambio
de
los
3.000
musulmanes
que
Ricardo
mantenía
en
una
celda
como
rehenes.
Pero
este
creyó
un
gasto
innecesario
mantener
a
esos
prisioneros. El acto fue un golpe para el prestigio de Saladino, que no pudo salvar a los que habían resistido en la ciudad.
El rey inglés se distinguió a lo largo de ese año en combate, venciendo en Arsuf a Sal
Estatua en Damasco