Soberana Orden Militar Española de los
Caballeros Templarios
Clemente V
Clemente
V,
(Villandraut,
1264
–
Roquemaure,
20
de
abril
de
1314).
Papa
nº
195
de
la
Iglesia
católica
de
1305
a
1314
y
primer
pontífice
que residió de forma estable en Aviñón
Nacido
Bertrand
de
Got,
fue
educado
en
el
priorato
de
Defés
en
la
diócesis
de
Agen,
perteneciente
a
la
Orden
de
Grandmont.
Estudió
Derecho
canónico
y
civil
en
las
universidades
de
Orleans
y
Bolonia,
donde al parecer obtuvo el título de "Magiste
Tras
finalizar
sus
estudios
fue
nombrado
canónigo
en
Burdeos,
vicario
general
en
Lyon,
capellán
del
papa
Bonifacio
VIII,
obispo
de
Comminges
y,
en
1299,
arzobispo de Burdeos.
Elección
Artículo principal: Cónclave de 1304-05
A
la
muerte
de
Benedicto
XI,
Bertrand
de
Got
fue
elegido
papa
el
5
de
junio
de
1305,
en
el
cónclave
celebrado
en
Perugia,
tras
once
meses
de
disputas
entre
los
cardenales
contrarios
y
los
partidarios
de
la
política
de
su
predecesor,
Bonifacio
VIII.
El
arzobispo
de
Burdeos
parece
haber
sido
la
decisión
conveniente
en
el
momento,
debido
a
que
no
pertenecía
al
Colegio
cardenalicio
y
por
ende
no
formaba
parte
de
ninguno
de
los
partidos
en
conflicto.
Además,
aunque
siendo
francés
era
súbdito
del
rey
de
Inglaterra
y
había
tenido
una
posición
neutral
en
el
conflicto
entre
Bonifacio
VIII
y
el
rey
Felipe
IV
de
Francia.
El
nuevo
pontífice
tomó
el nombre de Clemente V.2
Llamado
para
su
coronación,
ya
que
al
no
ser
cardenal
no
se
encontraba
presente
en
el
cónclave,
no
se
desplazó
a
Italia
sino
que
eligió
la
ciudad
de
Lyon
para
la
ceremonia,
la
cual
tuvo
lugar
el
14
de
noviembre
de
1305,
en
la
iglesia
de
Saint-Just,
contando
con
la
asistencia
del
rey
Felipe
IV
de
Francia.
Lyon
era
una
ciudad del imperio pero del agrado de los franceses.3
Clemente
estuvo
durante
todo
su
pontificado
sujeto
a
los
deseos
de
Felipe
IV,4
y
nada
más
ser
coronado,
su
primer
acto
fue
el
nombramiento
de
nueve
cardenales
franceses
cercanos
al
monarca
francés.
Así
que
convertido
en
una
mera
herramienta
en
manos
de
Felipe,
anuló
en
1306
las
sentencias
eclesiásticas
que
este
consideraba
contrarias
a
sus
intereses,
especialmente
las
bulas
"Clericis
laicos"
y
"Unam
Sanctam"
(para
el
territorio
francés)
que
había
promulgado
Bonifacio VIII.5
Los
aspectos
más
importantes
de
su
pontificado
fueron:
resolver
el
caso
de
Bonifacio
VIII,
la
eliminación
de
la
Orden
del
Temple
y
el
traslado
de
la
sede
pontificia a Aviñón.
El caso de Bonifacio VIII
Felipe
el
hermoso
insistía
en
su
propósito
de
venganza
contra
Bonifacio
VIII,
al
punto
de
no
importarle
siquiera
que
se
encontraba
ya
muerto;
quería
una
condena
oficial
de
éste
como
herético.
Por
otra
parte,
el
partido
de
los
llamado
bonifacianos
insistía
en
la
condena de los que participaron en el atentado de Anagni y el rey era cómplice en este acontecimiento.
Clemente
V
con
una
bula
declaró
inocente
al
rey,
pues,
según
él,
todo
lo
que
había
hecho
había
sido
animado
de
un
celo
bueno,
sincero
y
justo,
que
procedía
de
su
fervor
por
la
fe
católica6
Además
levantó
la
excomunión
de
Guillermo
de
Nogaret,
Sciarra
Colonna
y
los
habitantes
de
la
ciudad
que
participaron
en
el
atentado
de
Anagni;
pero
no
condenó
a
Bonifacio
VIII,
como
era
la
pretensión
del
rey.
El
caso
fue
cerrado
definitivamente
en
1312,7
pero
para
calmar
los
ánimos
del
rey
de
Francia
sacrificó
a
otros
que se encontraban entre los objetivos de este: los Templarios.
Supresión de los Templarios
Véase también: Vox in excelso
La
Orden
del
Temple
había
sido
fundada
en
1119
en
Jerusalén
por
Hugo
de
Payens,
con
el
ideal
de
defender
Tierra
Santa.
Tenían
una
buena
organización
administrativa
y
por
ello
llegaron
a
poseer
numerosos
bienes
y
a
ser
una
de
las
instituciones
más
ricas
en
la
Europa
medieval.
Administraban
sus
bienes
más
o
menos
como
un
banco
moderno.
Hacia
la
época
de
Felipe
IV,
los
templarios
administraban el tesoro del rey de Francia, por lo que hasta ese momento habían sido muy estimados por la corona.
No
quedan
muy
claras
las
razones
por
las
cuales
Felipe
el
Hermoso
arremetió
fuertemente
contra
los
templarios;
algunos
suponen
que
había
quedado
endeudado
con
ellos
y
no
podía
pagar
la
deuda,
otros
que
era
por
la
fidelidad
de
la
Orden
del
Temple
hacia
el
papa,
o
por
las
numerosas
riquezas
que
poseían
y
que
podrían
engrosar
el
tesoro
real.
Lo
cierto
es
que
el
13
de
octubre
de
1307
Felipe
ordenó
el
arresto
de
todos
los
templarios
que
se
encontraban
en
territorio
francés
acusándolos
de
herejía.
Las
razones
aducidas
fueron
una
serie
de
acusaciones
de
un
exmiembro
de
la
Orden,
Esquieu
de
Floyran
(1305),
quien
aseguraba
que
los
templarios
adoraban
un
ídolo
de
Bafomet,
renegaban
de
Cristo
y
cometían
sodomía,
entre
otras
cosas
escandalosas. Los arrestados sumaban unos dos mil templarios, entre ellos el Maestre General de la Orden, Jacques de Molay.8
La
detención
de
los
templarios
sin
la
autorización
del
pontífice,
de
quien
dependía
directamente
la
Orden,
provocó
las
protestas
de
Clemente,
pero
Felipe
lo
convenció
presentándole
las
confesiones
obtenidas
bajo
tortura.
Consiguió
así
que
el
Papa
promulgara
la
bula
Pastoralis
praeminens,
que
decretaba
la
detención
de
los
templarios
en
todos
los
territorios
cristianos.
No
contento,
Felipe
obtuvo
del
Papa
una
instrucción
general
por
la
que
se
condenaba
a
la
hoguera
a
aquellos
que
se
retractaran
de
sus
confesiones.
Así
el
12
de
mayo
de
1310,
en
París,
fueron
quemados
54
templarios.
Otros
murieron
a
causa
de
las
torturas
o
en la cárcel.9
Presionado
por
el
rey
francés,
Clemente
convocó
en
1308,
mediante
la
publicación
de
la
bula
Regnums
in
coelis
el
Concilio
de
Vienne.
Celebrado
entre
octubre
de
1311
y
mayo
de
1312,
alumbrará
la
bula
Vox
in
excelso
por
la
que
se
suprimía
la
orden
templaria:
Observamos
también
que
en
otros
casos
la
iglesia
romana
ha
suprimido
otras
órdenes
por
motivo
de
mucha
menos
gravedad
que
los
mencionados
anteriormente,
sin
que
haya
que
recriminar
a
quienes
esto
hicieron
por
sus
hermanos.
Así,
pues,
con
el
corazón
triste,
no
por
la
declaración
definitiva
pero
si
por
la
decisión
Apostólica
u
ordenanza,
suprimimos,
con
la
aprobación
del
consejo
sagrado,
la
Orden
de
los
Templarios,
y
su
regla,
hábito
y
nombre,
por
decreto
inviolable
y
perpetuo,
y
completamente
prohibimos
que
alguien
de
aquí
en
adelante
entre
en
la
orden,
o
recibe
o
lleve
puesto
su
hábito,
o
se
comporte
como
un
templario.
Si
alguien
actúa de esa forma, ya sea abierta como secretamente, incurrirá en la excomunión automática.
Clemente V, Vox in excelso
La Sede Pontificia en Aviñón
En
1309
Clemente
V
traslada
la
sede
papal
de
Roma
a
la
ciudad
de
Aviñón,
que
entonces
no
era
territorio
francés
sino
que
pertenecía
al
Reino
de
Nápoles,
que
a
su
vez
era
vasallo
de
la
Iglesia.
Clemente
llevó
consigo
el
tesoro
papal
acumulado
por
su
predecesor,
transportado
en
cofres
portados
por
una
caravana
de
mulas.10
Aunque
el
papa
había
prometido
que
para
1311
regresaría
a
Roma,
su
quebranto
de
salud
y
el
poder
que
sobre
él
ejercía
el
rey
de
Francia,
no
le
permitieron
cumplir
con
el
cometido;
además,
la
posición
geográfica
de
Aviñón
era
estratégica
porque,
por
su
cercanía
a
Francia
y
al
Imperio,
le
permitía
al
pontífice pedir la protección del rey y del emperador respectivamente. 11
El
traslado
tuvo
inicialmente
un
carácter
provisional,
motivado
por
la
situación
de
inseguridad
y
caos
en
que
se
encontraba
Roma,
inmersa
en
luchas
e
intrigas
políticas,
y
para
aprovechar
la
relativa
cercanía
con
Vienne
donde,
en
1311,
se
celebraría
un
concilio
ya
convocado.
Pero
lo
que
se
inició
como
un
acto
pasajero
se
convirtió
en
permanente
hasta
1377
y,
durante
siete
pontificados,
Aviñón
fue
la
sede
pontificia,
conociéndose
históricamente
dicho
periodo
como
la
segunda
cautividad
de
Babilonia.
Este
periodo
f
inalizará cuando el papa Gregorio XI retorne a Roma.
El trono de Hungría
En
1301
la
Casa
de
Árpad
desapareció
tras
la
muerte
de
su
último
rey
Andrés
III
de
Hungría,
ante
lo
cual
de
inmediato
surgieron
varios
pretendientes
de
la
corona.
Ya
desde
hacía
una
década,
Carlos
Martel
de
Anjou,
hijo
del
rey
napolitano
estaba
reclamando
sus
derechos
al
trono
húngaro
a
través
de
su
madre
María
de
Hungría,
reina
de
Nápoles.
Sin
embargo
su
repentina
muerte
en
1295
le
impidió
alcanzar
la
corona
y
los
derechos
pasaron
a
su
hijo
Carlos
Roberto
de
Anjou,
el
cual
contaba
con
el
apoyo
del
papa
Bonifacio
VIII.
El
Papa
había
enviado
en
1301
al
cardenal
Nicolás
Boccasini
(posteriormente
papa
Benedicto
XI)
para
que
asegurase
la
situación
de
Carlos
Roberto
en
Hungría;
sin
embargo
no
consiguió
mayores
resultados,
pues
el
reino
se
hallaba
en
caos
luego
de
que
surgiese
un
grupo
de
aristócratas
(conocidos
como
los
"reyezuelos")
que
mantenían
control
sobre
gran
parte
del
reino.
Durante
más
de
una
década,
estos
se enfrentarán militar y políticamente al joven pretendiente del trono húngaro.
En
julio
de
1308
Clemente
V
decidió
que
enviaría
al
cardenal
Gentilis
de
Monteflori
como
legado
papal
para
que
resolviese
esta
situación
definitivamente.
La
labor
principal
de
Gentilis
era
que
Carlos
Roberto
obtuviese
el
apoyo
de
la
mayoría
de
los
nobles
húngaros
luego
de
que
Otón
de
Baviera,
otro
pretendiente
al
trono,
que
había
sido
coronado,
hubiese
huido
del
reino.
Gentilis
discutió
personalmente
con
Mateo
Csák,
el
"reyezuelo"
más
influyente,
al
cual
no
había
podido
derrotar
Carlos
Roberto
y
lo
amenazó
con
la
excomunión.
Posteriormente
Gentilis
obtuvo
la
Santa
Corona
Húngara
de
manos
de
Ladislao
Kán,
otro
noble,
tras
lo
cual
se
pudo
coronar
a
Carlos
Roberto.
Clemente
V
siguió
muy
de
cerca
el
desarrollo
de
la
situación
política
interna
húngara
y
envió
en
muchas
ocasiones
asistencia
militar
a
Carlos
Roberto.
Otros hechos y final de su vida
Tumba de Clemente V en la Colegiata de Uzeste, (Aquitania-Francia).
Clemente
V
canonizó
a
su
predecesor
Celestino
V,
pero
con
el
nombre
de
Pietro
del
Morrone,
lo
cual
daba
cuenta
de
que
para
él
no
había
dudas
de
que
Bonifacio
VIII
era
verdadero
sucesor
y
no
un
antipapa
(como
querían
ciertos
cardenales
franceses, instados por el rey Felipe IV).
Entre
otras
decisiones
canónicas
completó
el
Corpus
Iuris
Canonici
con
la
publicación
de
una
colección
de
decretales
conocida como Liber Clementarium y fundó las universidades de Perugia y Orleans.
El
papa
falleció
el
20
de
abril
de
1314
en
Roquemaure,
con
solo
50
años
de
edad.
Fue
sepultado
en
el
interior
de
la
Colegiata de Uzeste, en Aquitania.12
A
su
muerte,
el
ingente
tesoro
papal
acumulado
por
Clemente
desapareció.
La
suma
dejada
por
el
pontífice
en
testamento
ascendía
a
812
000
florines
de
oro,
según
los
estudios
del
archivero
vaticano
Franz
Ehrle,
jesuita;
de
ellos,
300
000
fueron
a
parar
a
su
sobrino,
314
000
a
familiares
y
sirvientes,
y
200
000
a
iglesias,
conventos
y
caridad.
Su
sucesor
Juan
XXII
emprendió
litigios
contra
sus
más
allegados
por
este
motivo,
que
durarían
de
1318
a
1322.
Un
préstamo de 160 000 florines hecho al rey de Francia nunca fue devuelto por este.10
Clemente V en la literatura
Según
la
leyenda
y
la
creencia
popular,
Jacques
de
Molay,
maestre
de
la
Orden
del
Temple,
mientras
era
quemado
vivo
en
la
hoguera
habría
convocado
al
papa
Clemente
V
y
al
rey
de
Francia
—Felipe
IV—
para
que
se
presentaran
con
él
ante
el tribunal divino antes de que finalizara el año. Curiosamente ambos murieron el mismo año, 1314.10
Los
intérpretes
de
las
profecías
de
San
Malaquías
identifican
a
este
papa
como
el
De
fasciis
Aquitanicis
(De
los
lazos
de
Aquitania),
cita
que
hace
referencia
a
que
fue
arzobispo
de
Burdeos,
en
Aquitania,
antes
de
ser
elegido
pontífice
y
a
que
en su escudo de armas figuran tres fasces de gules.
Dante
en
su
obra
La
divina
comedia,
le
cita
en
varias
ocasiones,
pero
quizá
la
más
fuerte
de
todas
es
cuando
coloca
a
Clemente
V
junto
con
Bonifacio
VIII
en
el
tercer
recinto
del
octavo
círculo
del
infierno,
donde
se
condenan
los
que
han
cometido el pecado de simonía:
"¡Oh
míseros
secuaces
/
que
las
cosas
de
Dios,
que
de
bondad
/
deben
ser
esposas,
y
vosotros
rapaces
/
por
oro
y
por
plata adulteráis, / conviene ahora que por vos suene la trompa /ya que en la tercera fosa os encontráis!"