Soberana Orden Militar Española
de los Caballeros Templarios
CALATRAVA
La
Orden
de
Calatrava
es
una
orden
militar
y
religiosa
fundada
en
el
Reino
de
Castilla
en
el
siglo
xii,
en
el
año
1158,
por
el
abad
Raimundo
de
Fitero,
con
el
objetivo
inicial
de
proteger
la
villa
de
Calatrava,
ubicada
cerca
de
la
actual
Ciudad
Real.
Pertenece
al
grupo
de
las
órdenes
cistercienses
y,
en
la
actualidad, únicamente tiene carácter honorífico y nobiliario.
H
istoria
Su
origen
se
debe
a
un
gesto
heroico.
La
ciudad
de
Calatrava,
junto
al
río
Guadiana,
había
sido
arrebatada
a
los
árabes
por
Alfonso
VII
en
1147.
Dada
la
importancia
estratégica
del
lugar
como
baluarte
avanzado
de
Toledo
ante
los
moros,
tras
la
corta
posesión
por
parte
de
ciertos
magnates,
el
rey
quiso
asegurar
su
defensa
entregándola
en
1150
a
la
Orden
del
Temple,
ya
que
por
aquellas
fechas
no
existían
los
ejércitos
regulares,
ni
era
fácil
poblar
las
zonas
de
frontera.
Unos
años
más
tarde,
ante
el
empuje
islámico,
el
Temple
dio
la
empresa
por
perdida,
y
devolvió
la
fortaleza
al
sucesor
de
Alfonso,
el
rey Sancho III.
Ante
la
situación
creada
y
el
inminente
peligro,
este
reunió
a
sus
notables
y
ofreció
Calatrava
a
quien
se
hiciera
cargo
de
su
defensa.
Entre
la
sorpresa
y
las
bromas
de
los
nobles,
Raimundo,
abad
del
monasterio
cisterciense
de
Fitero,
alentado
por
el
monje
de
su
monasterio
Diego
Velázquez,
que
había
sido
anteriormente
guerrero,
aceptó
el
reto.
Al
no
haber
alternativa,
el
rey
cumplió
su
palabra,
entregando
Calatrava
a
los
monjes
de
Fitero
mediante
donación
realizada
el
1
de
enero
de
1158
en
Almazán.
Ellos,
por
su
parte,
formaron
en
poco
tiempo
un
ejército
de
más
de
20.000
monjes
y
soldados,
uniendo,
a
los
que
había
conseguido
organizar
fray
Diego
Velázquez
en
las
cercanías
de
Calatrava,
los
que
había
reclutado
Don
Raimundo
en
el
Reino
de
Aragón.
Ante
tal
multitud,
los
árabes
rehusaron
entrar
en
batalla,
retirándose hacia el sur.
Como
el
compromiso
de
defender
Calatrava
se
mantenía
y
resistiéndose
con
el
tiempo
los
caballeros
a
tener
por
superior
a
un
Abad
del
Císter
y
vivir
entre
los
monjes,
decidieron
elegir
un
Maestre
de
la
Orden.
Los
monjes
se
retiraron
a
Ciruelos
y
los
caballeros
a
Ocaña,
donde
se
convirtieron
en
una
Orden
militar,
la
primera
hispana,
que
adoptó
el
nombre
propio
del
lugar.
El
primer
Maestre
de
la
Orden
fue
Don
García,
que
obtuvo
del
Císter
y
del
Pontificado
la
primera
regla.
Esta
regla,
modelada
sobre
las
costumbres
cistercienses
para
hermanos
laicos,
impuso
a
los
caballeros,
además
de
las
obligaciones
de
los
tres
votos
religiosos
(obediencia,
castidad
y
pobreza),
las
de
guardar
silencio
en
el
dormitorio,
refectorio
(comedor)
y
oratorio;
ayunar
cuatro
días
a
la
semana,
dormir
con
su
armadura,
y
llevar,
como
única
vestimenta,
el
hábito
blanco
cisterciense
con
una
sencilla
cruz
negra
(luego
roja,
a
partir
del
siglo
xiv)
«flordelisada»:
una
cruz
griega
con
flores
de
lis
en
las
puntas,
que
en
el
siglo
xvi
se
configuró
definitivamente
como
hoy se conoce.
Definiciones
de
la
Orden
y
Caballería
de
Calatrava
conforme
al
Capítulo
General
celebrado
en
Madrid,
año
de
MDCLII,
estampa
de
portada
firmada
por
el
grabador
del
rey
Pedro
de
Villafranca:
Petrus
Villafranca
Malagón
sculptor
Regius
Alcobrice
in
Calatravensi
Provincia
natus
sculpsit,
Madrid,
1660. (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid).
La
fortaleza
de
Zorita
de
los
Canes
y
todo
su
alfoz
fueron
concedidas
a
los
calatravos
por
Alfonso
VIII
en
1174,
para
proteger,
tras
dos
años
de
incursiones
de
los
almohades,
toda
la
frontera
este
del
Tajo.
En
abril
de
1180
el mismo rey concedió fuero a Zorita.
En
1179
Alfonso
II
de
Aragón
cedió
el
castillo
de
Alcañiz
a
la
Orden
de
Calatrava
en
premio
a
sus
servicios
en
la
Reconquista,
con
tal
éxito,
que
terminó
por
convertirse
en
la
Encomienda
Mayor
de
la
Orden
para
la
Corona
de Aragón.1
La
Dehesa
de
Abenójar
y
su
término
fueron
concedidos
en
1183
por
Alfonso
VIII
a
esta
orden
y
hasta
1814
—que
el
término
fue
recuperado
por
el
Infante
Don
Carlos—
el
pueblo
pasó
a
llamarse
Abenójar
de
Calatrava.
Como
constancia
de
este
hecho,
se
puede
ver
la
Cruz
de
Calatrava
realizada
en
forja en uno de los tejados de la iglesia del pueblo.
Desde
su
fundación
hasta
principios
del
siglo
xiii
la
Orden
experimentó
una
serie
de
altibajos.
Tras
la
derrota
cristiana
sufrida
por
Alfonso
VIII
en
la
Batalla
de
Alarcos
(1195),
incluso
tuvo
que
evacuar
sus
posesiones
y
retirarse
a
Ciruelos
(Toledo).
Tras
un
golpe
de
mano,
varios
caballeros
de
la
Orden,
con
Martín
Pérez
de
Siones
a
la
cabeza,
tomaron
por
sorpresa
el
castillo
de
Salvatierra,
transladando
allí
su
convento
y
sede,
que
mantuvieron
en
su
poder
totalmente
aislado
de
socorros,
hasta
1211.
Por
ello, durante esos años, la Orden adoptó el nombre de Orden de Salvatierra.
La
Orden
alcanzó
su
afianzamiento
definitivo
tras
la
Batalla
de
las
Navas
de
Tolosa
(1212),
cuando
fijó
su
sede
en
la
nueva
y
más
segura
fortaleza
de
Calatrava
la
Nueva
(1218)
(en
el
antiguo
castillo
de
Dueñas,
por
frente
del
castillo
de
Salvatierra),
que
fue
construida
por
prisioneros
musulmanes
en
su mayor parte, y que ya nunca abandonaría.
La
antigua
sede
de
Calatrava,
origen
de
la
Orden,
junto
al
río
Guadiana,
pasó
a
convertirse
en
la
sede
de
una
Encomienda,
y
desde
ese
momento
pasó
a
ser conocida como Calatrava la Vieja.
En
poco
tiempo,
sus
grandes
recursos
humanos
y
económicos
dieron
a
la
Orden
un
enorme
poder
político
y
militar,
que
duró
hasta
el
final
de
la
Reconquista.
Disponía
de
tierras
y
castillos
a
lo
largo
de
toda
la
frontera
de
Castilla
y
Aragón,
ejercitando
un
señorío
feudal
sobre
miles
de
vasallos.
Era
capaz
de
aportar,
a
título
individual,
hasta
2000
caballeros
al
campo
de
batalla,
una
fuerza
considerable
en
la
Edad
Media.
Además,
disfrutaba
de
autonomía,
lo
cual
trajo
consigo
diversos
enfrentamientos
con
los
reyes,
dado
que
la
Orden
no
les
obedecía
a
ellos,
sino
al
Maestre.
Sólo
se
reconocían
superiores
espirituales:
el
abad
de
Morimond
(Francia)
y,
en
último término, el Papa.
A
partir
del
año
1228
la
Orden
de
la
Calatrava
pasó
a
contar
con
encomiendas
en
Andalucía
tras
serle
concedidas
por
el
rey
Fernando
III
las
plazas
de
Martos,
(Higuera
de
Calatrava
(antigua
de
Martos)),
Porcuna,
Víboras
y
Alcaudete,
en
agradecimiento
por
los
servicios
prestados
en
la
Reconquista.
Asimismo
a
lo
largo
de
los
siglos
xiv
y
xv,
los
calatravos
fueron
extendiendo
sus
dominios
andaluces
con
la
creación
de
nuevas
encomiendas
en
Jaén
(Lopera,
Jimena,
Arjona,
etc.),
Córdoba
(Fuente
Obejuna, Belmez, Villafranca de Córdoba, etc.) y Sevilla (Osuna).
Fernando
el
Católico
logró
ser
elegido
Maestre
de
la
Orden
en
1487
por
una
bula papal, y a partir de él todos los reyes de España revalidaron el título.
Bajo
el
mando
de
los
sucesivos
monarcas,
y
con
la
reconquista
de
la
península
finalizada,
gradualmente
fueron
desapareciendo
tanto
el
espíritu
militar
como
el
religioso.
Con
el
tiempo,
su
única
razón
de
existir
era
la
generación
de
ingresos,
procedentes
de
sus
grandes
dominios,
y
la
conservación de sus reliquias.
Confiscados
los
bienes
de
la
Orden
por
disposición
de
José
I
en
1808,
fueron restituidos en 1814 por Fernando VII, para acabar definitivamente