Entre la Realidad y la Leyenda
F
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Soberana Orden Militar Española de los
Caballeros Templarios
Q
ue
a
partir
de
1960
cuando
la
opinión
pública
francesa
se
hizo
eco
de
la
existencia
de
una
sociedad
semi-secreta
autodenominada Priorato de Sión.
Desde
esa
fecha
se
han
publicado
sus
estatutos
y
material
procedente
de
las
más
diversas
fuentes,
no
siempre
contrastables,
lo que implica andar con pies de plomo alrededor de todo lo que rodea a dicha organización.
Entre
sus
presuntos
afiliados
nos
encontramos
con
nombres
como
Leonardo
da
Vinci,
Víctor
Hugo
o
Isaac
Newton,
entre
otros
más
o
menos
conocidos.
Es
decir,
que
de
ser
ciertas
las
pretensiones
del
priorato,
habría
albergado
en
sus
filas
como
grandes
maestres
a
algunas
de
las
mayores
luminarias
de
la
historia
occidental,
así
como
a
miembros
de
las
principales
familias reales y aristocráticas de Europa.
Aunque
parece
indudable
la
existencia
actual
de
la
organización,
así
como
la
de
una
antigua
Orden
de
Sión
en
la
época
de
las
Cruzadas,
el
caso
de
una
continuidad
entre
ambas
a
través
de
los
siglos
no
está
tan
claro.
Cuentan
las
crónicas
que
en
el
año
1099,
tras
la
conquista
de
Jerusalén,
el
gobernante
de
la
ciudad
Godofredo
de
Bouillon
fundó
una
misteriosa
Orden
sobre
la
abadía de Notre Dame du Mont Sión, de la que poco se sabe.
Resultado
de
imagen
de
Priorato
de
Sion
y
los
Templarios.
Sería
más
tarde
dicha
sociedad
la
que
impulsaría
la
creación
de
la
Orden
de
los
Pobres
Caballeros
de
Cristo,
más
conocidos
como
Templarios.
Si
hacemos
caso
a
los
textos
procedentes
del
Priorato,
la
Orden
de
Sión
tendría
en
la
época
de
su
fundación
un
poder
considerable,
eso
sí,
siempre
entre
bastidores,
llegando
incluso
a
afirmar
que
los
reyes
de
la
ciudad
santa
debían
su
trono
a
esta
enigmática
sociedad.
Así
pues,
ellos
serían
los
verdaderos
artífices
de
la
extraordinaria
progresión
que
experimentaron
los
Templarios
en
los
años
siguientes,
obedeciendo todo ello a un plan previamente establecido.
De
acuerdo
con
estas
fuentes,
al
menos
cinco
de
los
nueve
fundadores
del
Temple
pertenecían
a
su
vez
a
la
Orden
de
Sión,
y
se
podría
decir
que
en
principio
el
Temple
era
el
brazo
armado
de
la
anterior
o
incluso
que
ambas
órdenes
eran
una
sola,
puesto que según parece compartían el mismo Maestre.
Sería
el
caso
de
André
de
Montbard,
uno
de
los
caballeros
originarios
de
la
orden
templaria
y
que
llegaría
a
ser
el
máximo
dirigente
de
la
misma.
Pero
el
tío
de
San
Bernardo
consta
asimismo
como
miembro
de
Sión,
con
lo
que
podemos
hacernos
una
idea
del
hermanamiento
entre
ambas.
Esta
situación
de
confraternidad
se
prolongaría
durante
aproximadamente
unos
sesenta
años,
hasta
que
en
1188,
un
año
después
de
la
caída
de
Jerusalén
en
manos
musulmanas,
se
produjo
un
cisma
entre
las dos órdenes que produjo su separación definitiva.
Según
el
Priorato
de
Sión,
de
la
pérdida
de
Tierra
Santa
sería
en
gran
parte
culpable
la
Orden
del
Temple,
y
Godofredo
de
Bouillon
concretamente
su
Maestre
Gérard
de
Ridefort,
a
los
que
los
documentos
“prioré”
acusan
de
traición.
Éste
arrastró
a
los
Templarios
a
combatir
en
la
batalla
de
los
Cuernos
de
Hattin,
que
significó
un
autentico
desastre
para
los
cruzados
y
propició la caída de Jerusalén.
La
situación
derivaría
en
que
la
Orden
de
Sión
se
trasladaría
a
Francia,
abandonando
a
los
Templarios
a
su
suerte,
sus
pupilos
y
protegidos
hasta
la
fecha.
La
ruptura
de
relaciones
se
simbolizó
mediante
la
tala
de
un
olmo
de
ochocientos
años,
en
la
ciudad
de
Gisors.
A
partir
de
ese
momento,
la
Orden
de
Sión
cambió
su
nombre
por
el
de
Priorato
y
se
dedicó
a
sus
propios
objetivos.
Pero…
¿de
qué
objetivos
se
trataba?
Supuestamente,
la
misión
del
Priorato
consistiría
en
proteger
un
gran
secreto
relacionado
con
los
descendientesde
la
dinastía
de
los
reyes
merovingios
y
restaurar
en
la
monarquía
de
Francia
a
uno
de
sus
miembros.
Su
legítima
descendencia,
que
se
cree
extinguida,
habría
sido
demostrada
por
unos
pergaminos
descubiertos
en
el
pueblecito
francés
de
Rennes-le-Château.
Este
descubrimiento,
que
constituye
en
si
mismo
un
complejo
enigma, lo trataremos ampliamente en una leyenda posterior.
Resultado de imagen de Priorato de Sion y los Templarios
Para
seguir
conociendo
al
Temple,
debemos
profundizar
ahora
en
la
intrigante
misión
que
se
ha
impuesto
el
Priorato
de
Sión.
2.-
La Sangre Real: La Custodia de un Secreto
El
comportamiento
del
Priorato
de
Sión,
por
lo
que
deja
entrever
en
sus
publicaciones,
parece
obedecer
a
un
calendario
cuidadosamente
preciso
y
planificado
desde
hace
largo
tiempo.
Dan
a
entender
que
son
los
custodios
de
un
secreto
de
importancia
capital,
del
que
tendrían
pruebas
irrefutables.
Se
trataría
de
algo
que
los
hace
sumamente
especiales
y
que
reviste
su
misión
de
un
halo
de
atrayente
misticismo.
Hay
tradiciones
que
dan
gran
importancia
a
María
Magdalena,
de
quien
se
nos
dice
que
tras
la
crucifixión
de
Jesús
llega
a
las
Galias
escoltada
por
José
de
Arimatea
y
portando
el
Santo
Grial.
Según
lo
que
podemos
extraer
de
la
concepción
del
Priorato,
María
Magdalena
sería
la
esposa
de
Jesús,
y
cuando
viajó
lo
hizo
embarazada
o
acompañada
de
su
progenie.
Naturalmente
aquí
el
término
“Santo
Grial”
debe
comprenderse
en
el
sentido
de Santa Sangre, es decir, como la descendencia física de Jesús, que se trasladó a las Galias y se continuó allí.
La
Iglesia
omite
toda
mención
en
su
propia
tradición
del
Santo
Grial
pues,
lógicamente,
no
le
conviene.
Es
la
lucha
que
hasta
hoy
subsistiría
entre
los
herederos
de
Pedro
y
los
de
María
Magdalena,
los
herederos
de
la
fe
y
los
herederos
de
la
Sangre.
Una
vez
en
la
actual
Francia,
este
linaje
judío
se
unió
matrimonialmente
con
el
de
los
reyes
francos,
dando
lugar
a
los
merovingios.
Alrededor
del
año
500
d.c.,
con
el
bautismo
y
conversión
del
rey
Clodoveo,
la
Iglesia
Romana
se
instauró
como
suprema
autoridad
espiritual
de
Occidente.
Se
podría
decir
que
fue
un
pacto
entre
Roma
y
los
merovingios,
originando
una alianza que debería engendrar un nuevo sacro imperio romano.
Pero
parece
que
la
lealtad
de
los
francos
a
la
Iglesia
no
era
muy
intensa,
ya
que
los
merovingios
seguían
manteniendo
simpatías
por
la
religión
arriana
que
practicaban
antes
de
su
conversión
al
cristianismo.
Doscientos
años
después,
el
rey
merovingio
Dagoberto
II
fue
asesinado
junto
con
su
familia
por
encargo
de
su
propio
mayordomo
de
palacio,
Pepino
de
Heristal.
La
Iglesia
,
viendo
peligrar
su
hegemonía,
habría
apoyado
la
conspiración.
Con
la
muerte
de
Dagoberto
y
sus
descendientes
la
dinastía
merovingia
llegó
a
su
fin,
y
comenzó
la
de
los
mayordomos
de
palacio:
los
carolingios,
que
contaban
con el apoyo eclesiástico.
Éstos,
que
eran
a
fin
de
cuentas
unos
usurpadores,
trataron
de
legitimarse
casándose
con
princesas
merovingias
y
continuaron
con
su
reinado.
Con
Carlomagno
llegaron
a
abarcar
un
imperio
que
se
extendía
por
la
totalidad
de
la
Europa
occidental
y
lo
gobernaban
al
servicio
de
Roma.
Pero
podría
ser
que
la
dinastía
merovingia
no
se
extinguiese
con
Dagoberto
II.
Según
afirma
el
Priorato
de
Sión,
los
merovingios,
la
estirpe
de
Jesús,
sobrevivieron
a
través
de
un
hijo
de
Dagoberto
que
se
habría
salvado
del
asesinato
de
su
familia.
Se
llamaba
Sigisberto
IV,
y
entre
sus
descendientes
estaría
más
tarde
Godofredo
de
Bouillon.
Sabemos
por
los
Evangelios
que
Jesús
era
de
sangre
real
y
de
la
estirpe
de
David.
Es
decir,
Jesús
era el heredero legítimo del trono de Jerusalén.
Sus
más
incondicionales
seguidores
eran
los
nacionalistas
celotes,
unos
fanáticos
integristas
que
aspiraban
a
expulsar
al
Cráneo
de
Dagoberto
gobierno
títere
prorromano
e
reinstaurar
el
verdadero
linaje
real.
En
las
Cruzadas,
con
la
conquista
de
Jerusalén
y
la
coronación
de
Godofredo
de
Bouillon,
un
heredero
de
Jesús
recuperó
su
patrimonio
legítimo
volviendo
a
ser
rey
de
la
Santa
Ciudad.
Es
posible
que
dada
la
hegemonía
de
la
Iglesia
en
la
época,
Godofredo
nunca
pudiera
reivindicar
como
quisiera
su
linaje
y
su
derecho.
A
fin
de
cuentas,
Roma
estaría
detrás
de
la
traición
a
su
familia
y
aunque
no
sabemos
si
la
Iglesia
estaba
al
tanto
o
no
del
linaje
del
nuevo
rey,
una
revelación
pública
podría
haber
sido
muy
peligrosa.
Godofredo
habría
entonces,
para
proteger
el
secreto
de
ese
linaje
sagrado,
creado
la
Orden
de
Sión
y
su
brazo
armado,
la
Orden
del
Temple.
Curiosamente,
las
leyendas
griálicas
que
surgieron
en
la
Edad
Media
,
presentan
a
los
Templarios
como
los
custodios
del
Santo
Grial.
Así
pues,
el
Santo
Grial
sí
sería
el
portador
de
la
sangre
de
Cristo,
pero
no
en
el
sentido
simbólico
de
un
recipiente,
sino
de
su
descendencia:
los
portadores
de
su
sangre.
Y
este
sería
el
gran
secreto
del
Priorato
de
Sión.
Secreto
compartido
también
por
los
Caballeros
del
Temple.
Ahora
se
entiende
porque
los
Templarios
asociaron
el
culto
de
la
Diosa
Madre
a
la
Magdalena
(ver
leyenda
“El
culto
a
las
vírgenes
negras”),
pues
ésta
representaba
la
base
de
su
existencia
al
identificarse con la madre del linaje perdido, la portadora del Grial.
El
propio
Priorato,
los
Templarios,
o
puede
que
ambos,
desarrollando
una
estrategia
a
largo
plazo,
habrían
protegido
a
los
herederos
del
Rey
de
Israel
con
el
objetivo
de
conseguir
la
dominación
mundial
bajo
la
égida
de
la
dinastía
davídica.
No
hace
falta
decir
que
las
circunstancias
históricas
no
permitieron
que
el
objetivo
se
cumpliera.
Tras
la
caída
de
Jerusalén
y
la
pérdida
de
Tierra
Santa
el
proyecto
se
fue
a
pique.
Los
herederos
de
David
se
vieron
una
vez
más
sin
corona
y
la
existencia
de
la
Orden
del
Temple
se
hizo
innecesaria.
Algunos
tratan
de
ver
en
esto
una
explicación
de
porque
los
Templarios
no
se
resistieron cuando fueron apresados por las tropas de Felipe IV.
Sin
posesiones
en
Ultramar,
separados
de
la
Orden
de
Sión
y
con
los
descendientes
de
los
merovingios
nuevamente
en
la
sombra,
ya
no
tenían
razón
de
ser.
El
Priorato
de
Sión,
que
tras
la
desaparición
del
Temple
se
dedicó
a
manejar
los
hilos
que
rigen
Europa
desde
la
clandestinidad
en
pos
de
sus
objetivos,
asegura
que
pronto
se
producirá
un
vuelco
en
la
situación
política francesa que preparará el camino para la restauración de una monarquía.
¿Se
cumplirán
los
objetivos
de
Sión
y
del
Temple
ocho
siglos
después?
¿Seremos
testigos
de
cómo
un
descendiente
merovingio
recupera
el
trono
de
Francia?
El
tiempo
lo
dirá.
EL
PRIORATO
DE
SIÓN:
¿TUVO
JESUCRISTO
DESCENDENCIA?
La
pasión
y
muerte
de
Cristo
constituyen
el
punto
central
de
la
fe
cristiana
desde
los
primeros
tiempos
de
la
Iglesia.
Pero
,
¿y
sien
vez
de
morir
en
la
cruz
se
hubiera
casado
y
tenido
hijos?
¿Y
si
sus
descendientes
vivieran
en la actualidad?
El
descubrimiento
de
documentos
secretos,
de
un
tesoro
o
-como
han
sugerido
algunos-
de
reliquias
momificada,
de
Cristo
en
la
aldea
de
R
e
n
n
e
s
–
l
e
-Château,
en
el
sudoeste
de
Francia,
transformaron
repentinamente
en
millonario
a
un
pobre
cura
rural.
Pero
eso
también
puso
en
marcha
una
serie
de
acontecimientos
que
condujeron
al
descubrimiento
de
determinado
secreto;
si
éste
resulta
ser
cierto,
será
la
revelación
más
importante
de
la
historia
de
la
Cristiandad.
Michael
Baigent,
Richard
Leigh
y
Henry
Lincoln
relatan
la
historia
de
las
pistas
que
les
llevaron
a
formular”The
holy
blood
and
the
Holy
Grail”
(La
santa
sangre
y
el
Santo
Grial),
publicado
en
1982.
El
libro
ha
provocado
reacciones
tanto
de
entusiasmo
como
de
rechazo entre los lectores.
Los
críticos
convencionales
-como
era
de
prever-
han
descartado
las
afirmaciones
de
los
autores
considerándolas
una
fantasía
absurda,
basada
en
pruebas
insustanciales.
Pero
esos
comentarios
son
tan
injustos
como
falsos.
Nadie
puede
descartar
por
las
buenas
las
numerosas
pruebas
reunidas,
que
por
lo
demás
son
presentadas
con
suma
cautela.
Más
bien
podría
afirmarse
que
estos
autores
han
subestimado
la
amplitud
y
las
verdaderas
implicaciones
del
material
que
han
reunido,
y
que
han
pasado
por
alto
muchas
cosas.
Tras
los
secretos
revelados
subyace
un
misterio
aún
mayor.
Los
autores
de
un
libro
repleto
de
argumentos convincentes,
“The
holy
blood
and
the
Holy
Grail”
(1982),
creen
que
no,
y
presentan
una
interpretación
totalmente
nueva.
Los
autores
del
libro
presentan
pruebas
de
la
existencia
de
un
antiguo
misterio
de
alcance
internacional
y
de
una
sociedad
secreta
con
numerosos
estratos
y
cuya
influencia
ha
llegado
hasta
hoy.
El
punto
de
partida
de
su
investigación
fue
un
enorme
y
enigmático
tesoro
escondido;
su
conclusión
final
es
la
asombrosa
afirmación
de
que
Jesús
se
casó
con
María
Magdalena
y
tuvo
hijos.
Los
descendientes
de
esos
hijos
-creen
ellos
–se
emparentaron
con
otros
reyes
y
gobernantes
de
la
antigüedad,
sobre
todo
con
los
merovingios,
la
primera
dinastía
de
reyes
francos
en
las
Galias,
y
existen
todavía
descendientes
directos
que
aguardan
un
llamado
-o
una
oportunidad-
para
asumir
un
papel
decisivo
en
la
política
europea
y,
posiblemente,
en
la
mundial.
Eso,
por
lo
menos,
es
lo
que
los
autores
deducen
de
los
hechos
que
han
descubierto.
La
vinculación
entre
la
santa
sangre
y
el
Santo
Grial
que
aparece
en
el
título
del
libro
parte
de
un
ingenioso
juego
de
palabras.
El
Santo
Grial
es
un
concepto
complejo
y
misterioso.
Para
algunos
autores
es
una
piedra;
para
otros
un
depósito
de
reliquias
santas.
Pero,
con
más
frecuencia,
se
trata
de
la
copa
que
utilizó
Cristo
en
la
Última
Cena,
copa
en
la
que
fue
recogida
su
sangre
cuando
estaba
en
la
cruz.
En
muchos
de
los
primeros
manuscritos
sobre
el
Grial
se
lo
llama
Sangraal
y
aún
en
la
versión
posterior
de
Malory
aparece
como
Sangreal.
Baigent,
Leigh
y
Lincoln
afirman
que
alguna
de
estas
formas
-Sangraal
o
Sangreal-
estaban
más
cerca
de
la
original.
Y
dividiéndolas
en
dos
palabras,
como
parece
lógico
hacer,
llegan
a
la
conclusión
de
que
la
palabra
tal
vez
originariamente
no
fuera
“San
Graal”
o
“San
Grial”,
sino
“Sang
Raal”
o
“Sang
Réal”.
“O
–como
afirman
triunfalmente-
empleando
la
ortografía
moderna,
Sang
Royal,
es
decir,
sangre
real.”
O
sea
que
la
leyenda
sobre
el
traslado
del
Santo
Grial
de
Judea
a
Europa
no
se
refiere
a
la
leyenda
del
traslado
de
un
objeto,
sino
a
la
verdadera
historia
de
la
llegada
de
los
descendientes
de
Jesús y María Magdalena, portadores de la sangre real o “sangre réal”.
Se
trata,
por
lo
menos,
de
una
hipótesis
impresionante.
Pero
la
hipótesis
de
la
existencia
de
estos
descendientes
vivientes
de
Cristo
constituye
un
eslabón
débil
en
la
cadena
de
argumentación
de
los
autores,
una
interpretación
muy
poco
convincente
de
los
hechos.
Parece
improbable,
por
ejemplo,
que
en
las
docenas
de
generaciones
que
se
han
sucedido
desde
los
tiempos
de
Cristo
ningún
descendiente
haya
sucumbido
a
la
tentación
de
anunciar
“Soy
un
descendiente
directo
de
Cristo.”
No
encontramos
rastros
de
semejante
revelación
en
los
últimos
2.000
años,
ni
tampoco
ninguna
prueba
sólida
de
una
progenie
real.
En
cambio,
contamos
con
un
montón
de
pruebas
e
historias
que
se
refieren
tangencialmente
a
un
misterio
central
y
a
detalles
concretos,
como
el
Santo
Grial
,
calaveras
que
hablan
y
cabezas
cortadas,
a
la
sangre
como
sustancia
y
como
símbolo,
a maravillas alquímicas y a algún tipo de sociedad de ancianos o iniciados.
Pero
aunque
los
autores
tengan
razón
en
cuanto
a
la
supervivencia
de
los
descendientes
de
Cristo,
el
misterio
central
es
más
amplio
y
antiguo.
La
historia
de
Cristo
y
los
hechos
que
la
rodean
constituyen
sólo
una
pieza
(aunque
una
pieza
importante,
sin duda) de un mosaico cuya envergadura es mucho mayor de lo que parece.
Monjes Guerreros
Baigent,
Leigh
y
Lincoln
afirman
que
los
caballeros
templarios
figuraron
entre
los
más
importantes
depositarios
del
secreto.
Esta
sociedad
de
monjes
guerreros
se
formó
alrededor
de
1120,
para
proteger
a
los
peregrinos
que
iban
a
Tierra
Santa.
Con
asombrosa
rapidez
se
transformaron
en
una
poderosa
fuerza
militar
y,
además,
en
los
banqueros
de
Europa.
Pero
su
influencia
se
eclipsó
bruscamente
en
la
noche
del
viernes
13
de
octubre
de
1307,
cuando
en
cumplimiento
de
una
orden
de
Felipe
IV
de
Francia
todos
los
templarios
de
aquel
país
fueron
arrestados.
Hubo
juicios
y
castigos,
y
la
orden
fue
suprimida,
segun
se
ha
descubierto
no
fue
suprimida,
sino
suspendida,
por
orden
del
papa,
en
1312,
y
se
ha
mantenido
en
secreto esta pequeña diferencia pero muy importante.
Los
autores
han
descubierto
documentos
que
indicarían
que
los
templarios
constituían
el
ala
militar
de
una
alianza
.
Richard
Leigh,
Henry
Lincoln
y
Michael
Baigent
,autores
de
“The
holy
blood
and
the
Holy
Grail”.
En
este
libro
plantean
la
sorprendente
teoría
de
que
una
sociedad
secreta-el
Priorato
de
Sión-
preserva
los
intereses
de
los
descendientes
directos
de
Cristo.
Los
templarios,
una
orden
muy
poderosa
de
monjes
guerreros
que
floreció
entre
1124
y
1307,
eran
sólo
el
brazo
militar
de
una
organización
todavía
más
poderosa,
el
Priorato
de
Sión,
que
se
ocupaba
de
los
intereses
de
los
descendientes
de
Cristo.
Dicha
alianza,
según
ellos,
fue
creada
y
continúa
existiendo
con
el
propósito
de
proteger
y
promover
los
intereses
de los descendientes directos de Cristo.
La
lista
de
dirigentes
del
Priorato
de
Sión
a
través
de
los
tiempos
resulta
impresionante;
incluye
a
Leonardo
da
Vinci,
Botticelli,
Isaac
Newton,
Victor
Hugo
y
Claude
Debussy,
y
también
a
unos
cuantos
aristócratas
franceses
aparentemente
poco
importantes.
Durante
los
juicios
a
que
fueron
sometidos
los
templarios
franceses
en
1308,
un
miembro
de
la
orden
declaró
que
en
su
iniciación
le
fue
mostrado
un
crucifijo
y
se
le
dijo:
“No
deposites
mucha
fe
en
esto,
porque
es
demasiado
joven.”
A
otro
se
le
dijo:
“Cristo
es
un
falso
profeta”;
y
a
un
tercero:
“No
creas
que
Jesús,
el
hombre
a
quien
crucificaron
los
judíos en Outremer (Palestina) es Dios, ni que puede salvarte.”
Además
de
otras
acusaciones
concretas,
los
templarios
fueron
acusados
de
negar,
pisotear
y
escupir
la
cruz.
Tomando
en
cuenta
esto
quizá
sea
significativo
que
en
sus
decoraciones
de
la
iglesia
de
Notre-Dame
de
France,
en
Londres,
realizadas
en1960,
Jean
Cocteau,
quien
supuestamente
sucedió
a
Debussy
como
jefe
del
Priorato
de
Sión,
se
representara
a
sí
mismo
de
pie,
de
espaldas
a
la
cruz.
Y
lo
que
es
más:
al
pie
de
la
cruz
pintó
una
gigantesca
rosa,
símbolo
místico
cuya
antigüedad
se
pierde
en
la
noche
de
los
tiempos.
Baigent,
Leigh
y
Lincoln
admiten
que
no
existe
una
explicación
satisfactoria
del
rechazo
de
la
cruz
y
la
crucifixión
por
parte
de
los
templarios.
Pero
no
reconocen
la
grave
debilidad
que
significa
este
rechazo
en
sus
razonamientos.
Si
los
templarios
y
sus
asociados
rechazaban
a
la
cruz
y
la
crucifixión
(por
cualquier
razón),
¿por
qué
iban
a
dedicarse
a
preservar
el
secreto
de
la
descendencia
física
de
Jesucristo
y
a
restablecerlos
en
el
poder?
Una
explicación
posible
que
los
autores
plantean
luego
es
que
quien
murió
en
la
cruz
fue
un
falso
Jesucristo,
y
que
el
verdadero
escapó.
Pero
ése
no
parece ser el tenor de las afirmaciones de los templarios: “Cristo es un falso profeta” y no “ése era un Cristo falso”.
Y
¿cómo
interpretar
la
observación
acerca
de
que
el
crucifijo
es
“demasiado
joven”
para
ser
objeto
de
veneración?
De
hecho,
existen
muchas
pruebas
que
demuestran
que
las
preocupaciones
de
los
templarios
eran
otras,
inmemoriales
y
mucho
más
misteriosas.En
el
mural
para
la
iglesia
de
Notre-Dame
de
France,
en
Londres,
Jean
Cocteau,
supuesto
Gran
Maestre
del
Priorato
de
Sión
de
1918
a
1963,
se
representó
de
espaldas
a
la
cruz.
Los
templarios
también
fueron
acusados,
tanto
por
la
Iglesia
como
por
persistentes
rumores
populares,
de
creer
que
las
cabezas
barbadas
y
las
calaveras
que
adoraban
en
secreto
podían “hacer florecer los árboles y germinar la tierra”.
Esta
acusación
pude
parecer
inocua
a
primera
vista,
pero,
de
hecho,
vincula
firmemente
las
prácticas
y
tradiciones
templarias
con
las
antiguas
religiones
precristianas
de
la
fertilidad,
con
cosas
que
no
eran
”
d
e
m
a
s
i
a
d
o
jóvenes”
para
tener
verdaderos
poderes
ocultistas.
Existen
muchas
otras
cosas
que
los
autores
no
consideran,
por
ejemplo
el
hecho
de
que
los
templarios
gritaban
“Selah”
y
otras
palabras
“sin
sentido”
cuando
se
postraban
ante
las
cabezas.
“Selah”
aparece
ocasionalmente
al
final
de
algunos
versos
de
los
Salmos,
y
los
eruditos
han
sugerido
que
podía
tratarse
de
una
indicación
musical para los directores de coros.
Pero
hay
otra
explicación
posible:
¿no
sería
una
corrupción
de
“Shiloh”?.
Shiloh
es
un
antiguo
emplazamiento
en
las
montañas
cercanas
aJerusalén
(los
templarios
nacieron
en
Jerusalén),
al
que
los
antiguos
judíos
consideraban
lugar
sagrado y cuyo nombre aparece en el Antiguo Testamento para indicar al “Mesías”.
Sin
embargo,
como
la
misma
Jerusalén
y
el
Sabbath
judío,
Shiloh
era
considerado
mujer
por
los
judíos,
lo
cual
resulta
muy
significativo.
Traicion y Caida
Los
caballeros
templarios
fueron
entregados
a
traición
a
la
Inquisición
,
y
arrestados
simultáneamente
El
viernes
13
de
octubre
de
1307.Dada
la
preocupación
medieval
por
la
numerología,
quizá
eso
sea
significativo.
Y
aunque
quienes
atacaron
a
los
templarios
no
tomaran
en
cuentae
sos
detalles
supersticiosos,
quizá
alguien
organizó
la
caída
de
los
templarios,
pero
les
avisó
con
anticipación,
y
les
permitió
destruir
la
mayor
parte
de
sus
archivos
y
llevar
a
lugar
seguro
su
enorme
tesoro
y
sus
reliquias sagradas (incluido, quizá, el sudario de Turín y algunas importates reliquias sobre Cristo).
Quizás
al
Priorato
de
Sión
le
interesó
en
un
momento
dado
reprimir
a
su
brazo
militar
con
tal
de
evitar
males
mayores:
por
ejemplo,
para
evitar
que
el
misterio
central,
el
tesoro
o
sus
propósitos
a
largo
plazo
resultaran
destruidos.
El
número
13
desempeña
un
papel
significativo
en
el
misterio
revelado
por
Baigent,
Leigh
y
Lincoln.
Partiendo
del
libro
de
éstos,
consideremos
una
de
las
muchas
sugerencias
que
arrojan
luz
sobre
dicho
número.
Los
registros
afirman
que
el
Gran
Maestre
del
Priorato
de
Sión
desde
1637
hasta
1654
fue
J.
Valentin
Andrea.
A
principios
de
ese
mismo
siglo
el
movimiento
Rosacruz
-una
misteriosa
fraternidad
que
decía
poseer
ciertas
“verdades
espirituales”-
había
anunciado
su
existencia
en
Europa.
Andrea
era
un
rosacruciano
practicante,
aunque
sabía
que
durante
200
años
todas
las
herejías
habían
sido severamente castigadas por la Iglesia.
Andrea
organizó
en
Europa
una
red
de
sociedades
semi
secretas,
las
Uniones
Cristianas,
destinadas
a
preservar
algunos
“conocimientos”
que
la
Iglesia
ortodoxa
consideraba
heréticos.
Cada
una
de
esas
uniones
estaba
encabezada
por
un
“príncipe”
anónimo,
asistido
por
12
seguidores.
Este
número,
por
supuesto,
evoca
inmediatamente
las
bandas
de
brujas
-12
hombres
o
mujeres
dirigidos
por
un
“familiar”
o
iniciado-
y
el
grupo
formado
por
Jesús
y
sus
12
discípulos.
Pierre
Plantard
de
Saint-
Clair
fue
al
parecer
elegido
Gran
Maestre
del
Priorato
de
Sión
el
17
de
enero
de
1981.
También
se
dice
que
es
un
descendiente
directo
de
Cristo.
Un
hecho
particularmente
fascinante
que
citan
los
autores
está
relacionado
con
Juan
XXIII.
El
hecho
de
que
Angelo
Roncalli
tomara
ese
nombre
al
ser
elegido
en
1959
resulta
sorprendente,
si
se
considera
que
un
antipapa del siglo XV también se llamó Juan XXIII.
Después
de
la
muerte
del
papa
moderno,
Pier
Carpi
formuló
la
hipótesis
de
que
él
había
sido
el
“hermano
Johannes”
cuyas
profecías
se
habían
revelado
tan
acertadas.
También
hubo
quien
sugirió
que
era
miembro
de
la
Rosacruz
y
del
Priorato
de
Sión.
¿Acaso
adoptó
el
nombre
de
Juan
porque
era
el
nombre
de
pila
de
Jean
Cocteau,
Gran
Maestre
de
Sión
en
aquella
época?.
La
coincidencia
parece
más
significativa
si
se
considera
otro
hecho:
el
papa
Juan
moderno
decretó
que
los
católicos
tenían
permiso
para
ser
masones,
lo
cual
representó
un
giro
de
180
grados
en
la
política
del
Vaticano.
Los
masones
dicen
ser
descendientes directos de los mismos caballeros templarios, pero también de organizaciones como las Uniones Cristianas.
Además,
Juan
XXIII
proclamó
que
el
hecho
más
importante
de
la
crucifixión
no
fue
la
resurrección,
sino
el
derramamiento
de
la
sangre
de
Cristo.
Esta
extraña
proclamación
hace
pensar
en
el
Santo
Grial,
el
receptáculo
que,
según
se
cree,
recogió
la
sangre
que
Cristo
derramó
en
la
cruz,
mientras
que
para
Baigent,
Leigh
y
Lincoln
la
sangre
de
Cristo
significa
la
línea
sanguínea,
la
descendencia
de
Cristo.
Pero
de
hecho,
como
veremos,
las
implicaciones
de
la
sangre
son
más
antiguas
y
más
amplias
de
lo
que
suponen
los
autores.
La
mayor
parte
de
los
cristianos
se
sorprenderán
al
saber,
por
ejemplo,
que
la
palabra
sabbath,
sábado
(del
acadio
shabattu
o
shapattu),
significa
originalmente
“festival
de
la
diosa
de
la
Luna
que
menstrua”.
Son
estos
temas,
aparentemente
desvinculados
entre
sí,
los
que
empezaremos
a
analizar,
descubriendo
una
red
de
sociedades
secretas y públicas conectadas entre sí.
Las Bodas de Caná: Matrimonio de Cristo
Se
casó
Jesucristo..?
Según
Michael
Baigent,
Richard
Leigh,
y
Henry
Lincoln,
autores
de
“The
holy
blood
and
the
Holy
Grail”,
los
propios
Evangelios
lo
sugieren.
Citan,
en
particular,
el
primer
milagro
importante
de
Jesús,
la
transformación
de
agua
en
vino
en
las
bodas
de
Caná
(Juan
2:1-13).
Según
la
conocida
historia,
Jesús
y
su
madre
María
fueron
invitados
-o”llamados”-
a
una
boda
campesina.
Por
razones
que
el
Evangelio
no
explica,
María
pidió
a
Jesús
que
repusiera
el
vino,
cosa
que
normalmente
hubiese
correspondido
al
dueño
de
casa
o
a
la
familia
del
novio.
¿Por
qué
iba
a
hacerlo,
a
menos
que,
en
realidad, se tratara de su propia boda?
Hay
pruebas
más
directas
que
aparecen
inmediatamente
después
de
la
realización
del
milagro,
cuando
“el
maestro
sale
de
la
boda
llamó
al
novio
y
le
dijo
“Todos
sirven
primero
el
vino
bueno,
y
cuando
ya
están
bebidos
el
inferior,
pero
tú
has
guardado
el
vino
bueno
hasta
ahora”.”La
implicación
es
clara:
la
boda
es
la
del
mismo
Cristo.
Si
la
suposición
es
correcta,
hay
que
preguntarse:
entonces,¿quién
fue
la
esposa
de
Cristo?
Nuevamente,
los
autores
tienen
una
respuesta.
Las
dos
candidatas
más
obvias,
después
de
leer
los
Evangelios
son
María
Magdalena
y
María
de
Betania.
Los
autores
suponen
que
esos
dos
personajes
son
en
realidad
una
sola
mujer,
y
que
fue
la
esposa
de
Cristo.
En
los
Evangelios
apócrifos,
que
fueron
suprimidos a principios de la historia de la Iglesia , se encuentran algunas confirmaciones de esta teoría.
En
el
Evangelio
de
María,
por
ejemplo,
Pedro
habla
a
María
Magdalena
con
estas
palabras:
“Hermana,
sabemos
que
el
Salvador
te
amaba
más
que
al
resto
de
las
mujeres.
Dinos
las
palabras
del
Salvador
que
recuerdes,
que
tú
conoces
pero
nosotros
no.”
Después,
Pedro
se
queja
a
los
demás
discípulos
“¿Verdaderamente
hablaba
en
privado
con
una
mujer
y
no
abiertamente
con
nosotros?¿Debemos
dar
media
vuelta
y
escucharla
a
ella?
¿La
prefería
a
nosotros?”
Más
tarde,
uno
de
los
otros
discípulos
lo
consuela:
“Seguramente
el
Salvador
la
conocía
muy
bien.
Y
por
eso
la
amaba
más
que
a
nosotros.”El
Evangelio
de
Felipe
es
aún
más
enfático:
“Y
la
compañera
del
Salvador
es
María
Magdalena.
Pero
Cristo
la
amaba
más
que
a
todos
los
discípulos
y
solía
besarla
con
frecuencia
en
la
boca.
Los
demás
discípulos
se
ofendieron
por
esto
y
expresaron
su desaprobación.
Le
dijeron”¿Por
qué
la
amas
más
que
a
todos
nosotros?”
El
Salvador
respondió
diciéndoles
“¿Por
qué
no
os
amo
como
a
ella?””Los
autores
señalan
que,
hacia
el
final
de
ese
Evangelio,
hay
otro
pasaje
relevante
que,
para
quienes
estén
dispuestos
a
aceptarlo
como
prueba,
resuelve
la
cuestión:
“Está
el
Hijo
del
hombre
y
está
el
hijo
del
Hijo
del
hombre.
El
Señor
es
el
Hijo
del
hombre
y
el
hijo
del
Hijo
del
hombre
es
el
que
es
creado
por
medio
del
Hijo
del
hombre.”
Cristo
se
encuentra
con
María Magdalena después de su resurrección.¿Acaso fue un encuentro entre marido y mujer?.
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